domingo, 13 de diciembre de 2009

Las uvas de la ira

(de John Steinbeck)



Parece que esta tertulia, aparte de ser una de las más hipercalóricas –los rollitos de María hicieron perder la compostura y la línea a más de uno- ha sido una de esas raras ocasiones en las que casi todos estábamos de acuerdo en la monumentalidad de la novela comentada. Las uvas de la ira no ha dejado a nadie indiferente: mientras que a la mayoría nos pareció una obra excepcional, una de las cumbres de la literatura, a algunos simplemente les impactó y sobrecogió la odisea de la familia Joad en busca de su particular El Dorado (pero –matizó una de nuestras “tertuliantes”- sólo recomendaría su lectura a quien le apeteciera pasarlo francamente mal).
Hubo quien propuso utilizar la novela como libro de texto de diferentes materias: historia, filosofía, economía, religión… de tanto “tema transversal” (en términos LOGSE) que surca las páginas de la obra de Steinbeck.
También se comparó el libro con El Manifiesto Comunista: la única salida que parece viable para la penosa situación de los okies es la revolución (no en vano la novela estuvo prohibida durante años en Estados Unidos); el único respiro que se les concede a los Joad es la estancia en el campamento del gobierno, donde todos ayudan a todos, la propia comunidad elige a sus gobernantes, no existe policía… unas ideas bastante cercanas al marxismo.
La figura de Madre (así, sin artículo) a todos nos pareció magistral: esa mujer de una pieza que intenta mantener unida la familia mientras ésta se va descomponiendo poco a poco, es uno de los personajes mejor trazados de la novela. Su fuerza ante la adversidad anula a su marido, que ya no se atreve ni a levantarle la mano (es tremendo el pasaje en que ella, ante un enfado de su marido, le replica que ya le dejará que le propine una buena paliza cuando estén establecidos, con un buen trabajo y una buena casa).
También coincidimos muchos en lo impactante y desolador del final, que no revelaremos dado que algunos no llegaron a acabar la novela. Este final no aparece en la versión cinematográfica de John Ford (de 1940), película, por otra parte, altamente recomendable, aunque el director se vio forzado a realizar algunos cambios con respecto a la novela en aras a la comercialidad (realmente Ford se “desentendió” de la película una vez filmadas todas las escenas, y fue en el proceso de montaje donde se realizaron los cambios: el final es mucho más esperanzador que en el libro, la estructura está ligeramente alterada de manera que el episodio del campamento gubernamental quede hacia el final, se omiten las referencias a los “rojos” y se cambia el término por “alborotadores”…, detalles que, sin embargo, no impiden que éste sea uno de los grandes clásicos del cine americano).
Animamos desde aquí a todos los que no han tenido tiempo (o ganas) de leerse las setecientas y pico páginas de la obra a que lo hagan, pues (aparte de sufrir con la familia Joad) comprenderán así mucho mejor una etapa de la historia de Estados Unidos, la de la gran depresión.







El libro para la próxima tertulia (ya en enero) será Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu (editorial Tusquets).

domingo, 25 de octubre de 2009

La vieja sirena

(José Luis Sampedro)

RESEÑA DE JOSUNE:



El pasado 7 de octubre abrimos la nueva temporada de tertulias con La vieja sirena, de José Luis Sampedro, la novela más voluminosa del año, ésa que nos dejamos para el verano porque en teoría disponemos de más tiempo pero que finalmente leemos —casi todos— agobiados por las prisas. Y me refiero a la extensión porque sus más de seiscientas páginas se han convertido en un inconveniente nada despreciable para aquellos a los que les ha gustado poco la novela, que, por cierto, han sido unos cuantos.
Yo tenía muchas ganas de que leyéramos y comentáramos este libro. A mí me llegó recomendado por un amigo mío, uno de los mejores y más exigentes lectores que conozco. Me habló de él con entusiasmo y eso mismo fue lo que me causó la primera vez que lo leí, hace unos quince o dieciséis años. Me interesó la historia, me sorprendió la descripción de una sociedad en crisis, heterogénea y cambiante, como la que habitaba Egipto en el siglo III d. J. C. Me cautivaron los tres personajes principales, ella sobre todo, y me llamó la atención el poético lenguaje con el que el autor refleja el sentimiento amoroso.
La sabiduría de Irenia, su honda comprensión de la naturaleza humana, que ella, ser eterno e inmortal, ha pedido compartir, fue lo que más me impresionó, junto con las reflexiones sobre las fronteras: «...el futuro se juega en las fronteras...»; «...Porque dentro del imperio hay gentes fronterizas, como los cristianos o los esclavos. Y dentro de cada ser humano también hay fronteras, la vida se crece siempre en las fronteras.» (p. 207) La frontera como ejemplo de nuestras contradicciones y mezclas. La frontera como el espacio geográfico y existencial en el que la vida se arraiga y fortalece. La confusión de la frontera como origen de la tolerancia desde el más puro sentimiento de libertad.
Incluí esta novela en la lista de mis libros más queridos y la he regalado en varias ocasiones con la intención de compartir con otros un tesoro. Debo decir, tras su relectura, que la seguiré regalando porque me parece una novela buena y recomendable, pero ha desaparecido el entusiasmo de mi primer encuentro con ella. Otros contertulios comentaron que les había sucedido lo mismo, de lo cual concluimos que hay obras que envejecen mal y que, si no resisten la relectura, tal vez es que nunca estuvieron al nivel que creímos. El libro es el mismo, es el lector quien ha cambiado. Hace años me pareció una obra admirable en la que no hallé defecto alguno. Esta vez, en cambio, me ha parecido que el tono poético traspasa con frecuencia los límites de «lo ñoño», apreciación en la que hemos coincidido unos cuantos, y que los tres protagonistas simbolizan una terna demasiado obvia de actitudes vitales. También comentamos que los pasajes sobre la guerra resultan demasiado extensos y en ellos decae el interés de la historia, interés que algunos ni siquiera llegaron a percibir.
Hubo opiniones para todos los gustos, lo cual siempre está bien.
Quedamos emplazados para la primera quincena de noviembre con Las uvas de la ira, de John Steinbeck. Feliz lectura.
Josune

domingo, 27 de septiembre de 2009

Síndrome postvacacional



Queridas/os tertuliantes, ya estamos de vuelta del cortísimo verano a la rutinaria rutina, un poco más viejos (nosotros) y un poco más revoltosos (los nenes). De modo que, para ayudar a remontar con éxito este comienzo de curso (esperemos que algo más tranquilito que el pasado) inauguramos la temporada con la tertulia de La vieja sirena, de José Luis Sampedro. Como hemos vuelto de vacaciones con los deberes hechos -algunos-, estamos deseando reunirnos para intercambiar opiniones y comernos los bombones de Josune (¿qué tal unos light para paliar los excesos del verano?).


La cita será el MIÉRCOLES 7 DE OCTUBRE, a las 18:00, en la biblioteca del Pla.


Y si os queréis "alejandrinizar" totalmente, al día siguiente se estrena la película de Amenábar, Ágora (ya os contaba hace meses, sobre Hipatia de Alejandría).


Nos vemos allí.


lunes, 25 de mayo de 2009

Mala gente que camina

(Benjamín Prado)


RESEÑA ENVIADA POR MENCHU:
QUERIDOS CONTERTULIOS:
Si tuviera que ponerle título a la reseña de la tertulia que me ha tocado en suerte, éste sería “VIAJE AL LADO OSCURO DEL CORAZÓN”. Creo que no exagero si digo que esta tertulia ha sido de las más unánimes a la hora de valorar el libro al que le hemos dedicado el último capítulo de nuestro "III Año Triunfal", siguiendo con el vocabulario propio del tema. De una manera u otra, todos estábamos de acuerdo en apreciar, en la novela de Benjamín Prado, más la historia que se narra que la forma en que esta contada. “La Comunidad del anillo”, es decir, nosotros, compartíamos todos el desconocimiento de lo horrible que fue la posguerra, de los siniestros personajes que la protagonizaron y que han seguido viviendo “de rositas” hasta nuestros días, gozando incluso de prestigio como el Doctor Jekyll (léase Vallejo Nájera) y sobre todo de que nosotros no somos diferentes del caso alemán, argentino, chileno, etc, etc, e incluso, (como nuestra nueva contertulia Conchi Agüero (bienvenida, por cierto) apuntó (cosa que me puso los pelos de punta) nuestro “modelo” de secuestro de niños había sido “instruido” por asesores franquistas a los monstruos del cono Sur. Resumiendo, el horror no tiene fronteras.

Desde el punto de vista “técnico-literario” (qué alivio) nuestras opiniones, como no podía ser menos, estaban divididas. Casi todos compartíamos la opinión de que el relato era en muchos casos farragoso y poco creíble, (la figura de la madre, pobrecita, obtuvo críticas unánimes), por la enorme cantidad de citas, fechas, datos, cuya única justificación puede estar en dar credibilidad a un relato escalofriante.

El diseño de los personajes tampoco nos pareció demasiado acertado y las críticas coincidieron en que la descripción del instituto y su funcionamiento no tienen ni pies ni cabeza, así como el personaje del “tío-padre” en la sombra. Sin embargo, Dolores Serna y Óxido, “novela dentro de la novela” nos parecieron a la mayoría muy interesantes y se echó en falta que el autor le hubiera dado mayor relevancia. La mezcla de ensayo-tesis doctoral-reseña de actualidad con novela ha perjudicado a la obra en general.
A modo de conclusión diría dos cosas:
  • Creo que todos estamos de acuerdo en que éste es un libro difícil de olvidar y que de alguna manera nos ha hecho reflexionar sobre muchísimas cosas, algunas de las cuales es evidente que no están superadas en absoluto.

  • Que la novela de B. Prado, que arranca con una cita de Luis Rosales: No basta que callemos… y termina con una postdata-dedicatoria: Para María Jesús y María Ángeles porque fuera de las novelas también hay hermanas así, explican el porqué y para qué de la obra.

Queridos contertulios, como veis me enrollo con facilidad, así es que en futuras reseñas pensáoslo antes. Os mando un abrazo muy fuerte y os deseo que los Idus del estío os sean propicios.

Besos,

MIMENCHU


Gracias, Menchu, por salir tan airosa del "marronazo" que te endosamos. Lo has hecho tan bien, que en adelante te vamos a proponer como cronista oficial del Sofá (jejeje...).


Por mi parte, añadiré que se llevó a cabo la ya tradicional votación sobre las tertulias del curso, y ganó por goleada La tregua como mejor libro de los leídos (Don Mario nos estaría mirando desde el Parnaso de los buenos escritores con una sonrisa bajo su bigote canoso), y como mejor tertulia la de Sputnik, mi amor.
La lectura del verano (para la tertulia de septiembre) será La vieja sirena, de José Luis Sampedro (Ediciones Destino, y en barato Ediciones Debolsillo); así nos vamos ambientando para la película de Amenábar que se estrenará por esas fechas (versa sobre la vida de Hipatia de Alejandría -no tiene nada que ver, pero creo recordar que la novela de Sampedro también transcurre por esos lares). También se determinó el siguiente (para evitar problemas logísticos): Las uvas de la ira, de John Steinbeck.
Esperamos vuestros comentarios.









sábado, 23 de mayo de 2009

El buscador encontrado

A la espera de que Mimenchu nos deleite con la reseña de la última tertulia (si tarda mucho ya lo haré yo), me he puesto a hacer pequeñas reformas en el blog (no he tirado tabiques... de momento). Se pidió en nuestra última reunión que se habilitara alguna forma de acceder directamente a las entradas de cada tertulia, sin tener que andar rebuscando en entradas antiguas (siempre hay alguna listilla a la que le encanta dar trabajo). Resulta que esa posibilidad ya existía; me explico:



  • en la "sidebar" (que no es otra cosa que la barra lateral -en nuestro caso a la derecha- donde se encuentran todos los menús) al final del todo pone "Archivo del blog";

  • hay una serie de entradas con un triangulito que apunta a la derecha , tipo PLAY del dvd;

  • si hacéis click sobre dicho triangulito, veréis que se pone mirando hacia abajo y se despliega una lista con las entradas de ese año y/o mes;

  • ya no tenéis más que hacer click sobre la entrada que queréis leer y, ¡oh milagro!, se abre; así de fácil.

No obstante, uno es obediente y se ha puesto a buscar un buscador (valga la redundancia) que facilite la tarea a los vagos, que siempre los hay. Ahora tenéis un cuadrito en blanco arriba, a la derecha, debajo del epígrafe "¿Y tú qué buscas?"; escribís la palabra que estéis buscando -en este caso una parte del título de la obra que os interese- y le dais a BUSCAR. Parece cosa de brujas, pero funciona.


Espero muchos comentarios, por lo menos de agradecimiento.


Os dejo una foto que me hicieron mientras hacía las susodichas reformas

jueves, 14 de mayo de 2009

Ya tenemos fecha

Parece ya definitivo que la tertulia sobre Mala gente que camina se celebrará el viernes 22 de mayo (¿en el PACG?) a las 18:00, y después, para el que quiera, cena de "fin de temporada tertuliera".
Allí nos vemos.

miércoles, 6 de mayo de 2009

La Sección Femenina y el Auxilio Social

También como complemento a la lectura de Mala gente que camina, ahí tenéis este Powerpoint sobre la Sección Femenina, con personajes tan importantes para la novela como Pilar Primo de Rivera o Mercedes Sanz Bachiller. Que lo disfrutéis.
View more presentations from lahelade.

domingo, 3 de mayo de 2009

Para ir preparando la próxima tertulia


Ante todo, disculpas a todos aquellos que no se enteraron de que la tertulia de Mala gente que camina se había postpuesto un par de semanas (no se me pasó por la cabeza que hay gente que nos sigue exclusivamente a través del blog).

En estos momentos no tenemos fecha definitiva para la que probablemente será la última tertulia del curso; de momento os pongo un enlace con un artículo de Benjamín Prado publicado en El País Semanal (3/05/09) sobre el tema de los niños robados en la postguerra (gracias por la información, Conchi).

Nos vemos pronto.

lunes, 20 de abril de 2009

El último encuentro

Sándor Márai


CRÓNICA ENVIADA POR JOSUNE

El último encuentro, del húngaro Sándor Márai, fue la novela sobre la que hablamos el martes 24 de marzo, en nuestra última tertulia. Su tempo lento y sus detalladas descripciones nos trasladan a una espléndida mansión ubicada en una zona de caza y en la que su dueño, Henrik, un general retirado, aguarda la visita de Konrád, quien antaño fuera su mejor e inseparable amigo. Es el 14 de agosto de 1940. Se vieron por última vez el 2 de julio de 1899, fecha en que participaron en una cacería y en la que ocurrió algo que causó su alejamiento. Entonces, vivía también Krisztina, la esposa de Henrik, pieza clave de su desencuentro. Para completar la referencia a los protagonistas hay que destacar a Nini, un personaje espléndido y, en opinión de varios contertulios, desaprovechado. Se trata de la vieja nodriza del general, hija del cartero del pueblo, que vive en la casa desde que fue requerida a los dieciséis años para amamantarlo, tras haber dado a luz a un niño que murió al poco de nacer.
Para algunos se trata de una novela sobre la amistad, descrita por Henrik como un sentimiento tan profundo que implica un compromiso de por vida, por encima de todo, aun de la traición:
...tú y yo seguimos siendo amigos. Parece que ninguna fuerza exterior puede modificar las relaciones humanas. Tú has matado algo en mí, has destruido mi vida, y yo sigo siendo amigo tuyo. Y yo ahora, esta noche, estoy matando algo en ti, y luego dejaré que te marches a Londres, al trópico o al infierno, y seguirás siendo amigo mío. (...) La amistad es una ley humana muy severa. (pp. 138 y 139)
En lo que coincidimos todos fue en apreciar la diferencia entre ambos: de familia rica, Henrik; de origen mucho más modesto, Konrád. De carácter extrovertido y disfrutador el primero; de aficiones refinadas, sensible a la música y más cultivado, el otro. Henrik creía que se habían “perdonado” mutuamente “el pecado de su diferencia”, pero la interpretación que hace de los hechos le lleva a pensar que no, que, en lugar de amor, en esa intensa relación que mantuvieron desde su infancia, la pasión dominante era el odio. No halla otra explicación al comportamiento de su amigo, al que descubrió de niño y se aferró como un antídoto perpetuo contra la soledad: Desde aquel día, el muchacho tosió menos. Ya no estaba solo. No soportaba la soledad entre la gente. (p. 41)
Creo que esta novela admite varias lecturas y no ha despertado un juicio unánime. A los que nos ha gustado, nos ha gustado mucho. A otros les ha aburrido. Alguna incluso ha percibido una latente homosexualidad. Por encima de gustos e interpretaciones particulares, El último encuentro es una obra singular que nos traslada a un tiempo de convicciones firmes, de principios sólidos, a un orden casi indiscutible, desde el que los temperamentos artísticos y delicados se observan en su diferencia con admiración, pero en el fondo muy poco o nada se comprenden. Henrik, el militar, tan necesitado de afecto, se ha convertido con el paso de los años en un solitario. Ha vivido aguardando un último encuentro con su único amigo, aferrado al recuerdo de la lealtad y de la traición, en espera de una respuesta a la pregunta esencial:
¿Crees tú también que el sentido de la vida no es otro que la pasión, que un día colma nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, y que después arde para siempre, hasta la muerte, pase lo que pase? ¿Y que si hemos vivido esa pasión, quizás no hayamos vivido en vano? (p. 205)
Konrád responde afirmativamente: ¿Por qué me lo preguntas? (...) Sabes que es así.
Después se despiden en silencio, con un apretón de manos y haciéndose una profunda reverencia. Henrik parece recobrar la tranquilidad. Al menos no está solo en esa fe, la de creer en la pasión como en la única realidad imperecedera de la vida, como lo único que justifica la existencia humana.

Para la próxima tertulia, el libro propuesto es Mala gente que camina, de Benjamín Prado. La fecha (aún por confirmar) es el 29 de abril.

viernes, 27 de febrero de 2009

El invierno en Lisboa

Antonio Muñoz Molina



CRÓNICA ENVIADA POR SOCORRO


Perseo, por imprudente y charlatán, tuvo que matar a Medusa, y se jugó la vida en la aventura. Yo, por imprudente y charlatana, me he comprometido a hacer esta reseña. Perseo era muy joven y además hijo de Zeus, en cambio yo…

Tras la primera rotación de bombones empezamos la tertulia sobre el libro de este mes, El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina, y empezamos estando todos de acuerdo en algo, que ya es un logro: Muñoz Molina domina asombrosamente bien el lenguaje. Cualquier párrafo de la novela escogido al azar está escrito con maestría, y parece hacerlo con gran sencillez, aunque a algunos no nos resulte tan sencillo “zambullirnos” en su estilo y entenderlo todo con la primera lectura. Para nuestro Valentín, el mero hecho de leerle es ya un placer. No es necesaria una buena historia para disfrutar de sus novelas. Los tertulianos más acostumbrados a leer a este escritor expresaban su conformidad asintiendo con la cabeza (gesto muy frecuente en estas tertulias). Incluso se llegó a hablar de Muñoz Molina como del “mejor escritor” del panorama literario actual. En fin, una completa armonía de opiniones. Pero esta paz no iba a durar mucho tiempo, y tras unas breves notas de sociedad – “ya sabéis que hizo la mili en San Sebastián, parece que sigue en Nueva York por su mujer, tienen casa allí y aquí….- surgieron las primeras voces hostiles apuntando todas en la misma dirección: demasiada floritura lingüística para una historia que no consigue enganchar. Una “apasionada” historia de amor sin pasión, condenada de antemano al fracaso, ya que los enamorados, el pianista Santiago Biralbo y Lucrecia, no se consideran dignos el uno del otro ¿?, en la que suceden muy pocas cosas, o nada, que no sabemos ni cómo empieza ni por qué acaba, sin apenas muestras de afecto entre los protagonistas que parecen recrearse en su infelicidad (hubo incluso alguna voz airada que directamente los enviaba a sufrir a la mina), sin diálogos… pero eso sí, con mucho humo (hasta las medias son de color “humo”), mucho bourbon y ginebra, mucha noche y habitación de hotel, mucho club nocturno y mucho jazz, y una historia en la que intervienen otros personajes, tan raros como los protagonistas: los “buenos”, muy buenos y muy simples (el narrador, que no tiene nombre, o Floro Bloom, dueño del Lady Bird) y los “malos”, muy malos y rebuscados: mafiosos americanos asociados con traficantes de arte angoleños de estética particular acompañados de secretarias perfumadas y silenciosas (Malcom, Toussaints Morton, Daphne) y con varias ciudades como escenario: Madrid, San Sebastián, Berlín, Lisboa… y en fin, esta es la historia. Y esta es la pregunta: ¿puede una buena técnica literaria salvar una novela sin una buena historia?
Jesús apunta dos posibles lecturas de la novela, una en la que no importa tanto el detalle como la capacidad de arrastrar al lector a los escenarios y ambientes que describe, y en la que el arte (la música, el cine, la pintura…) sería suficiente razón para unir a dos personas y otra lectura diferente en la que la verosimilitud de la trama sí es relevante.
Pero ambas lecturas no tienen por qué ser excluyentes y un argumento bien construido y verosímil -¿cómo es posible que el narrador, que ha visto a Lucrecia en un par de ocasiones, sepa más detalles sobre ella que el propio Biralbo, su amante?- mantiene al lector más atento. A propósito de la verosimilitud, y para suavizar un poco tanta crítica, no hay que olvidar que la novela es un homenaje al cine negro y por ello ciertos aspectos de la novela que “chirrían”, como el narrador, las persecuciones, las ciudades vacías, los personajes atormentados… son tópicos en el cine negro donde casi siempre aparecen y no nos extrañan.
Se que se me escapan aspectos de la novela de los que hablamos y que no menciono, pero este es el resumen de lo que considero mas importante.

Y termino. Como siempre una tertulia buena, crítica y muy entretenida. No hay nada como disentir para divertirse. Y una tertulia estupenda para espíritus un poco “veletas” como el de quien firma esta reseña que has tenido la gentileza de leer hasta el final.

Nuestra próxima tertulia será el martes 24 de marzo y hablaremos de El último encuentro de Sándor Márai, y para quienes quieran ir adelantando tarea, el siguiente libro será El lenguaje perdido de las grúas de David Leavitt.

domingo, 8 de febrero de 2009

Sputnik, mi amor

(Haruki Murakami)


CRÓNICA ENVIADA POR LA Dra. PASAVENTA:

Como pudimos corroborar en nuestra tertulia sobre Sputnik, mi amor, los lectores de Murakami se dividen en dos: aquellos que han leído una de sus novelas y no piensan volver a leer nada más de este autor (salvo imperativo tertuliano, como dejó bien claro nuestro Leante) y aquellos otros que van a seguir leyendo todo lo que este japonés publique (somos los “murakamianos”, una secta que está causando furor entre las capas más “frikies” de nuestra sociedad).
Para unos y otros, la novela tiene algo de surrealista, el argumento roza lo absurdo y, para colmo, hay fragmentos realmente aburridos. ¿Por qué, entonces, nos gustan Sputnik, mi amor y las demás obras de este autor? ¿Por qué algunos somos murakamianos?
La novela se inicia con un párrafo brillante: el del enamoramiento súbito y arrollador que experimenta Sumire a los veintidós años. El objeto de su amor, Myû es una mujer que le dobla la edad, bellísima… y casada. Todos coincidimos en que el inicio de la novela no podía ser mejor. Sin embargo, para varios de los asistentes, “aquí empezó todo y aquí acabó (casi) todo”.
Tras ese párrafo inicial, el narrador nos presenta la situación previa al enamoramiento: Sumire es una muchacha muy poco convencional. Lleva una existencia ascética y bastante aislada de todo contacto humano cuyo único objetivo es escribir novelas. Uno de los pocos seres humanos con los que se relaciona es el narrador, un compañero de estudios enamorado perdidamente de ella pero que tiene que conformarse con largas conversaciones telefónicas a unas horas en las que la mayor parte de la población, él incluido, suele estar durmiendo. El pobre hombre siente todo tipo de punzadas y dolores pero acepta el destino de confidente, consejero y paño de lágrimas.
Esta situación dramáticamente poco prometedora es alterada por el enamoramiento de Sumire que, tras conocer a Myû decide abandonar su pasión literaria y hasta acepta un trabajo convencional, con tal de estar más cerca de su amada. El narrador, por su parte, acepta resignado los acontecimientos y tiene la deferencia de seguir contándolos para el lector.
Las peripecias de Myû y Sumire en su viaje por Europa no revisten, creo yo, gran interés… Sin embargo, Murakami logra que, entre tanta página prescindible, nos topemos con algunos fragmentos verdaderamente brillantes que permanecen en la memoria del lector mucho después de haber acabado el libro.
Leí la novela hace más de un año… y todavía siento frío al recordar el episodio de la noria, una especie de parábola en que una persona se puede desdoblar, perdiendo todas sus pasiones y emociones cálidas y humanas y dejando un cascarón gélido y triste, aunque perfectamente funcional en nuestra sociedad.
Y es que, en mi opinión, el terreno en el que Murakami brilla, en el que logra que olvidemos lo absurdo del argumento, es en el de la descripción de la condición humana: la necesidad de amar y estar con otros (y la incapacidad irremediable para lograrlo). Y os pongo unas líneas de Sputnik para que entendáis lo que quiero decir: “Y entonces lo comprendí… en definitiva, no éramos más que dos solitarios pedazos de metal trazando su propia órbita cada una. Desde lejos parecían bellos como estrellas fugaces. En realidad, sólo éramos prisioneras sin destino encerradas cada una en su propia cápsula. Cuando las órbitas de los dos satélites se cruzaban casualmente, nos encontrábamos. Quizá simpatizábamos. Pero sólo duraba un instante. Momentos después volveríamos a estar inmersas en la soledad más absoluta. Y algún día arderíamos y quedaríamos reducidas a nada” (pág. 136).
Sin embargo, contra lo que pueda parecer por estos comentarios, la tertulia fue de lo más divertida: lleno total (reaparecieron las de las Lomas –que siguen sin decir ni “mu” en inglés- y se estrenaron dos nuevas tertulianas –aunque Alicia sigue sin atreverse a venir-), discusiones entre murakamianos y anti-murakamianos, explicaciones surrealistas sobre el surrealismo de Sputnik … En definitiva, un encuentro galáctico de una veintena de satélites que simpatizan y hablan de libros mientras comen bombones… Un lujo en los tiempos que corren.

LA PRÓXIMA TERTULIA: El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina, se celebrará el martes 24 de febrero en el PACG.



martes, 6 de enero de 2009

La tregua


(Mario Benedetti)

CRÓNICA ENVIADA POR JOSUNE:

El pasado 18 de diciembre celebramos la tertulia sobre La tregua, novela del uruguayo Mario Benedetti, escrita en forma de diario íntimo y editada por primera vez en 1960.
Coincidimos todos en que el autor construye una historia muy triste sustentada en un amargo pesimismo existencial. En cambio, sobre Martín Santomé, el protagonista, hubo opiniones diversas. Trabaja en una oficina y le falta muy poco tiempo para la jubilación, algo que él desea y que en aquel momento en Uruguay se alcanza a los cincuenta. Viudo desde los veintiocho años, ha criado a sus tres hijos, dos varones y una chica. Su vida externa, sus costumbres, su anhelo de disfrutar al fin de un ocio inacabable lo hacen merecedor, en opinión de la mayoría, del calificativo de “hombre gris”. Algunos rebatimos esa etiqueta tan poco prestigiosa aludiendo a la intensidad, la lucidez y el lirismo de muchos de los pensamientos que sobre su propia realidad y la de otros anota en su diario. Alguien apuntó que tal vez Santomé represente a toda una sociedad aletargada y en crisis; de hecho, son frecuentes en el diario las alusiones al ambiente social y a la estructura y relaciones laborales.
De un modo imprevisto, se enamora de una nueva empleada que por edad podría ser su hija. Esta circunstancia de la diferencia de edad es la que desata los fantasmas de Santomé al imaginar el futuro: él entrará en la vejez cuando ella sea una espléndida mujer madura; ella puede sentirse atraída por un hombre joven... La sensatez de sus razonamientos atrapa al lector, el cual comparte sus temores al tiempo que desea que la relación prospere.
La repentina muerte de Avellaneda justo cuando Martín se había decidido a proponerle matrimonio mutila cruelmente las expectativas de futuro del protagonista y las de un final feliz para el lector. Desde el punto de vista literario, el efecto se ha logrado de manera magistral. La muerte golpea de nuevo a Santomé, contra todo pronóstico, contra el cálculo estadístico más cabal, y lo sume en el vacío y la desesperanza. En ese punto la historia cobra un sentido insospechado hasta ese momento y al lector lo embarga la compasión hacia un personaje que no merece una segunda edición del drama que ya irrumpiera en su vida en plena juventud. La naturaleza impredecible de la vida se perfila ahora como tema de fondo. Además, en esta novela lo impredecible se convierte en lo más inesperado y cruel.
Lo último que Santomé anota en su diario y que, por tanto, cierra el libro son estas desalentadoras palabras: Me siento simplemente desgraciado. Se acabó la oficina. Desde mañana y hasta el día de mi muerte, el tiempo estará a mis órdenes. Después de tanta espera, esto es el ocio. ¿Qué haré con él? La tregua fue el período en el que la presencia de Avellaneda dio un vuelco a su vida e interrumpió sus consolidadas rutinas, su costumbre de deslizarse día tras día, últimamente anhelando la llegada de su jubilación, un cambio tras el que, en el fondo, él esperaba algo nuevo, algo estimulante y positivo. La muerte de la muchacha no sólo le arrebata la felicidad y el amor sino que lo sitúa ante el tiempo vacío, carente de utilidad, despojado de todo sentido.
¿Por qué me gusta tanto esta novela? ¿Por qué la releo cada cierto tiempo y sigo hablando de ella con pasión y la sigo regalando a mis amigos? Porque Martín Santomé me parece un personaje extraordinario. Yo no lo considero un hombre gris, en absoluto. Es verdad que lleva una vida rutinaria marcada por su trabajo en la oficina, pero es un gran observador de la realidad que le rodea, posee una mente analítica y lúcida, y entrena su imaginación soñando despierto. No está orgulloso de la relación que mantiene con sus dos hijos varones pero se alegra sinceramente cuando percibe algún acercamiento. La noticia de la homosexualidad de Jaime, su hijo favorito, le causa un gran disgusto; una reacción más comprensiva y tolerante no resultaría verosímil. Pienso que precisamente aquí está la clave de mi predilección por Santomé: me lo creo, me parece de verdad, es un tipo al que tengo la sensación de conocer y cuyas reflexiones sobre Dios, el trabajo, las relaciones familiares, la muerte, el sexo, el amor y, en general, sobre la vida me dejan a mí reflexionando y con ganas de replicarle, de preguntarle sobre todo lo que dice y sobre lo que calla.
Me gusta tanto esta novela porque Avellaneda es otro gran personaje, y Blanca también, y las dos, como yo, piensan que Martín es un buen tipo y no lo ven gris (opaco, en palabras de su hija). Me gusta porque siempre que la releo me devuelve a mis veintidós años y a lo que, por encima del pesimismo y la tristeza, más me impresionó la primera vez que la leí: la definición de lo que Santomé llama “la postergación”, un “arma terrible y suicida”, en la medida en que aplazar una y otra vez lo que uno quiere hacer con su vida para ser exactamente lo que quiere ser acaba atándolo a “una rutina aletargante”. Fue para mí como un aviso, como la advertencia de un sabio amigo que quiere evitar que cometas los mismos errores que él.
Volvió a gustarme La tregua y me gustó mucho la tertulia. Era el último día del trimestre, después nos íbamos a cenar para celebrarlo y por fin contamos con la presencia de una alumna, Ana Carrasco, de 1º Bachillerato Ciencias, a quien esperamos ver en próximas ocasiones. Lluís tuvo la excelente idea de traer su guitarra y cantar algunos Poemas de la oficina de Benedetti, pues dijo que la novela se los había recordado mucho.
En enero leeremos Sputnik, mi amor del japonés Haruki Murakami y en febrero, El invierno en Lisboa de Muñoz Molina. Esperamos que las fechas de las próximas tertulias les vengan bien a nuestras amigas de “Las Lomas” porque las echamos de menos.
Feliz Año a todos.