domingo, 11 de diciembre de 2011

Los enamoramientos

(de Javier Marías)

Ha pasado ya un mes desde que nos reunimos a conversar sobre Los enamoramientos, de Javier Marías. Al tener el tiempo en cierto modo limitado a una hora (muchos de nosotros queríamos acudir a la concentración en defensa de la enseñanza pública), parece como si los argumentos a favor y en contra de la novela hubieran de surgir con más rapidez y vehemencia que de costumbre. Y así fue: detractores y defensores se alternaron con agilidad en sus intervenciones, con un resultado que podríamos calificar de “empate técnico”.

A algunos, aunque fieles seguidores de Marías, les pareció la menos lograda de sus novelas; no les convenció a unos el final, a otros el que la protagonista/narradora no se plantee ningún dilema moral sobre si ha de denunciar o no lo que ha descubierto; a pesar del título de la novela, echaron de menos una justificación (o al menos una descripción) del proceso de enamoramiento: se nos ofrecen hechos consumados sin llegar a saber cómo se ha llegado a ese estado.

El estilo tan característico del autor, esa acumulación de subordinadas y de estilo indirecto llevado a su grado más elevado, provocó algunas críticas que llegaron a bautizarlo como “conjuntivitis” (Mª Ángeles dixit) por su excesivo uso de conjunciones en determinados pasajes.

Otros, por el contrario, vieron en ese ir y venir sobre una misma idea un fiel reflejo del estado obsesivo que nos provoca en ocasiones el amor: cuando alguien se enamora duda continuamente, le da vueltas al mismo pensamiento una y otra vez, no sabe si actuar de una manera o de otra… Sí que se plantearía, entonces, la protagonista el dilema moral, pero acaba resolviéndolo a favor de Javier, no sabemos si por los rescoldos de ese amor que le ha profesado o por albergar todavía dudas sobre su culpabilidad (in dubio pro reo).

Hubo quien apuntó que lo que el autor ha intentado es alejarse conscientemente de todos los patrones de las novelas románticas y policíacas que llenan las estanterías de novedades en las librerías. Así, Los Enamoramientos no quiere ser una novela de amor, porque a Marías no le interesa contarnos cómo se ha llegado al estado de enamoramiento ni describirnos sus causas y consecuencias; y no quiere ser tampoco una novela policiaca, pues aunque podría haber ahondado en la investigación del crimen y derivar la obra hacia esos derroteros no lo hace, consciente de que han sido muchos los que ya lo han hecho anteriormente. Lo que pretende ser (y para la mayoría, lo consigue) es una emocionante y profunda reflexión sobre todo lo que rodea a ese amor y a ese crimen: una cantidad enorme de temas que son desbrozados con una gran capacidad de análisis y que dejan para la memoria reflexiones bellas y certeras sobre la amistad, la envidia, la muerte, el olvido, la impunidad, la manipulación, la complicidad, etc.

También se valoró positivamente la técnica de incluir la crítica literaria dentro de la literatura: la aparición explícita de las fuentes del relato se va entretejiendo con la trama principal y va creando paralelismos entre ambas, con el tema recurrente de la muerte y sobre todo de la imposibilidad –o más bien la poca conveniencia- de regresar de esta. Así, aparecen como integrados en la novela los personajes de Balzac, Shakespeare y Dumas, y son ellos los que parecen explicar las causas de los comportamientos de María, Luisa o Javier. Incluso se utiliza una fuente lexicográfica, la curiosa definición de la palabra “envidia” en el famoso diccionario de Covarrubias, para hacer que lector dude seriamente de la inocencia de Javier, ya que en la propia definición de la palabra se nos advierte que la envidia suele anidar precisamente en el alma de los mejores amigos.

Ya veis lo que nos cundió una sola hora de tertulia: imaginaos si no llegamos a tener límite de tiempo (algunos habrían reescrito la novela, seguro).


El libro propuesto para la próxima tertulia (la primera semana a la vuelta de vacaciones de Navidad) es El abrecartas, de Vicente Molina Foix (editorial Anagrama).

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Enamorados sí, pero puntuales

Mañana jueves 10 nos reuniremos en Fresas y Chocolate a las 18:00 para charlar sobre Los enamoramientos, de Javier Marías.
Como a las 19:00 hay una concentración por la enseñanza pública (a la que seguramente muchos querremos asistir), la tertulia empezará PUNTUALMENTE a las 18:00, por lo que sería conveniente que acudiésemos unos 10 o 15 minutos antes a la cafetería para los saludos y besos de rigor. Avisados quedamos, ¿de acuerdo?

domingo, 9 de octubre de 2011

Un dulce par de senos

(de Giuseppina Torregrossa)

RESEÑA DE SOCORRO:

Receta

Ingredientes:

  • Sicilia y sus tópicos.
  • Historias de familias.
  • Un poco de repostería.
  • Vidas de santos. Santa Ágata.
  • Tensas relaciones entre hombres y mujeres.
  • Sexo.
  • Pechos en abundancia.

Preparación:

Mezclar y agitar bien todos los ingredientes hasta que formen una masa sin cuajar, dividir luego en tres partes iguales y listo.

Consumir preferentemente en verano y estando de buen humor. En otras circunstancias podría resultar fatal.

Es una pena, pero este podría ser el resumen de nuestras impresiones sobre la novela de Giuseppina Torregrosa Un dulce par de senos.

Como los “ingredientes” son atractivos, todos empezamos a leer la novela con ánimo y esperanzados y la primera parte, en la que la narradora Agatina nos cuenta la historia de su familia paterna, desde sus bisabuelos, en un pueblo de Catania, a sus abuelos Ágata y Sebastiano, ya en Palermo, sus tíos, su padre… esta primera parte, digo, sin llegar al entusiasmo, no nos disgustó (aunque algún contertulio ni siquiera tuvo compasión con el principio), tal vez porque ya es en sí misma una pequeña novela. Tres son los temas de los que habla la autora y que ya aparecen en esta parte:

  • El escenario. Sicilia: Catania, Palermo, mercados, barrios, olores, colores, el mar, flores, cocina… la familia, la mafia, la religión...
  • El contexto social: la falta de consideración a la mujer casi “institucionalizada” en la isla que se deja ver en las herencias (el mayorazgo), el matrimonio (“traspaso de propiedad”, la dote), el maltrato físico.
  • El tema fundamental: las mujeres. Sus inseguridades, su dependencia del hombre, su vulnerabilidad ante la enfermedad, su miedo a perder el atractivo físico, a ser rechazadas, sustituidas o abandonadas por el hombre

El problema es que tras la primera parte no aparece la palabra “fin” y la segunda parte no es más que una repetición de los temas anteriores pero cambiando el escenario (nos vamos a un pueblo entre Palermo y Agrigento) y los personajes. Nos cuenta ahora Agatina la historia de su familia materna, desde su bisabuela Doña Assunta a sus abuelos Alfonso y Margherita (“la mujer del misterio” que nunca se aclara), sus tías Titina y Nellina, la criada Ninetta. Los hombres siguen humillando y maltratando a las mujeres, cuyo máximo deseo es casarse como sea y tener hijos, y las mujeres siguen enfermando y perdiendo sus pechos. Es como si la autora quisiera resaltar la importancia de estos temas (cáncer de mama, el machismo…) repitiendo una y otra vez los mismos esquemas de la primera parte pero de forma cada vez más exagerada. Es posible que la verosimilitud no fuera uno de sus objetivos (así al menos lo esperamos), pero este recurso de la repetición y la exageración desde luego no ayudan a que nos creamos lo que nos cuenta, más bien todo lo contrario.

Y si la novela hubiese terminado aquí, nos habríamos quedado un poco perplejos, es cierto, pero contando con la inestimable ayuda del verano y la buena disposición que siempre tenemos en época vacacional, nos habríamos olvidado pronto del libro y hasta incluso podríamos haber tenido alguna palabra simpática para él y su autora. Pero no fue así, y a la segunda parte le siguió una tercera ya absolutamente desmesurada y fuera de control. Agatina, tras estudiar medicina en Roma y comenzar a ejercer como ginecóloga, siente nostalgia y regresa a Palermo. Su padre ha fallecido y las relaciones con su madre (un tema que la autora no acaba de resolver) y sus hermanos no son buenas. Alquila la antigua casa de su añorada abuela Ágata, el personaje más logrado de la novela, y se enamora del dueño del edificio, Santino Abbasta, un mafiosillo “consorte” de poca monta. Y aquí empieza el desastre total, no solamente para Agatina, humillada y maltratada “con gusto” por Santino, sino también para nosotros, los lectores, que asistimos con estupor a algo que no tiene ningún sentido, raya con lo cómico (sin pretenderlo), con lo grosero y hace que nuestro buen humor inicial se transforme en enfado monumental, porque a los lectores nos gusta que nos tomen en serio. Siguen las repeticiones anteriores y, por supuesto, Agatina enferma y pierde, como su bisabuela y sus tías, un pecho. Y tras una serie de aventuras empresariales y amorosas que había que colocar con prisa en algún sitio, Agatina da a luz a un niño al que, como homenaje al hombre que acabó con su dignidad decide llamar Santino. Y esta vez sí, aparece la palabra fin.

Desde el punto de vista literario, la novela hace aguas por muchas partes y la tertulia no fue compasiva con ella: precipitación, las coordenadas del tiempo no aparecen claras, temas apuntados que no sabe concluir, poca eficacia del recurso, para nada ya novedoso, de mezclar literatura y cocina… Pero posiblemente una de las cosas que más nos llamó la atención es la dureza con la que se refiere a los resultados de la amputación de un pecho (“agujero”, “cráter”, mujer “mal hecha”) y la insensibilidad y el egoísmo con la que los hombres de la novela se enfrentan, sin enfrentarse, a esta enfermedad. Y es en este punto donde nos olvidamos del libro y empezamos a hablar de la vida, de cómo la pérdida de un pecho puede resultar traumática para algunas mujeres por diferentes motivos (estética, placer, autoestima) mientras que otras pueden vivir esta situación con cierta normalidad, hablamos de ese miedo latente que sentimos las mujeres antes de una consulta ginecológica, del miedo a la muerte, de la actitud de los hombres, afortunadamente muy lejos de todos los Santinos Abbasta del planeta, de los avances de la medicina, hablamos hasta de cine y televisión, y una vez más la tertulia mejoró la novela.

Y si, como dijo Virgilio, “Audaces Fortuna iuvat”, debo ser yo una persona muy “afortunada” por haber tenido la audacia, la osadía de proponeros como primera lectura del curso esta novela. ¡No me lo tengáis en cuenta! Y gracias, Josune, por tus palabras, tan animosas y tan ciertas: “Tranquila, Soco, hay que leer de todo”.

Nuestra próxima cita será con Los enamoramientos, de Javier Marías, el 3 de Noviembre. ¡Hay que darse prisa!

lunes, 3 de octubre de 2011

Que la Santuzza nos proteja



Después del largo paréntesis estival, mañana martes 4 de octubre nos veremos en Fresas y chocolate a las 18:00 para hablar sobre nuestro primer libro del curso, Un dulce par de senos, de Giuseppina Torregrossa. No estaría mal endulzar la tertulia con unas cassatelle sicilianas (las tan traídas y llevadas minne de santa Ágata), pero Catania nos pilla un poco lejos, y ponernos a hacer unos 40 pasteles (recordad que hay que comerlas por pares) es de todo punto inviable. Así que nos conformaremos con la foto (¿por qué son siempre verdes? ¿no tendrían que ser blancas? ¿serán las minne de Fiona, la novia de Shrek?).

Nos vemos mañana, si la Santuzza quiere y el Etna no entra en súbita erupción.

sábado, 2 de julio de 2011

La cena


(de Herman Koch)



Hace ya casi un mes que tuvo lugar la tertulia sobre La cena, de Herman Koch, pero por los agobios del final del curso no se ha podido redactar antes esta reseña. Por fin me puedo poner manos al teclado y contar un poco lo que allí hablamos , aunque con todo el tiempo que ha pasado desde entonces no sé si seré capaz de hacer un resumen más o menos fiel.
Tras un accidentado comienzo en el que fuimos dando tumbos de un lado para otro (literal, no literariamente, pues por malentendidos y horarios de verano nuestra sede habitual estaba cerrada) empezamos compartiendo nuestra impresión general de la novela. A nadie le había dejado indiferente, a todos nos había enganchado con su sentido del humor (negro en ocasiones) y su ritmo ágil.
Se trata de una obra fácil de leer, bien estructurada y con un contenido muy interesante. Ahora bien, las opiniones sobre la novela fueron de lo más dispares. A unos les pareció genial el modo en que el autor va dosificando la información, cómo nos hace ver el mundo a través de los ojos del narrador y juzgar los acontecimientos según nos los va presentando; poco a poco y por medio de pinceladas sueltas nos vamos dando cuenta del gran engaño al que nos vemos abocados y la perspectiva cambia: lo que antes nos parecía blanco, ahora se torna de lo más negro, pues lo estábamos percibiendo desde el punto de vista de una mente enferma, a través de un prisma distorsionador.
Precisamente esa es la trampa que decepcionó a muchos, la enfermedad, que como un deus ex machina surge para explicar todos los recovecos de una mente compleja y de un modo de actuar algo más que particular. La justificación que los padres hacen de una atrocidad de sus hijos se intenta explicar por la psicopatía del padre, heredada posiblemente en los genes del hijo y sorprendentemente aceptada (e incluso favorecida y alentada) por la madre, esa madre mucho más terrible que el resto de personajes, ya que ni siquiera tiene la excusa de la enfermedad, como el resto de la familia.
El político que desde el primer momento nos resulta antipático, primario y hasta bobalicón -siempre desde los ojos del narrador, recordemos- va adquiriendo según avanza la novela una dignidad que lo convierte en el personaje con más ética de entre todos ellos; su aparentemente histérica y frívola esposa resulta ser una mujer abatida por el drama moral que le ha tocado vivir. Todo lo contrario ocurre con el narrador y su supuestamente perfecta esposa, personajes que en el transcurso de la obra van adquiriendo unos tintes aterradores.
Surgieron a lo largo de la tertulia los temas de la educación de los hijos, la permisividad de la sociedad, la hipocresía, la moralidad... ¿Un padre o una madre lo son ante todo, por encima incluso de la ley? ¿Están obligados a perdonar o, aún más, a encubrir los delitos que puedan cometer sus hijos? En este punto hubo disparidad de opiniones: no es lo mismo si nuestro hijo sabe que nosotros conocemos su delito, que si lo ignora. Si lo sabe (según se dijo), la obligación moral de los padres es actuar en consecuencia y no encubrirlo; ahora bien, el dilema se plantea si el hijo no es consciente de que los padres lo saben: ¿predominará entonces el tan traído y llevado instinto maternal/paternal de protección de sus vástagos sobre la ética y la moralidad? Ahí queda abierta la pregunta.
Y nada más se me ocurre, perdón por la brevedad de la reseña, pero ya he advertido que el tiempo transcurrido iba a dificultar el relato de lo que allí hablamos.
Como cada final de curso, se votó cuál había sido la mejor tertulia del año y qué libro había gustado más; como tertulia ganadora quedó la de Mi amor desgraciado, de Lola López Mondéjar, y como mejor libro La neblina del ayer, de Leonardo Padura.
El libro propuesto para la próxima tertulia (a principios del curso que viene, allá por septiembre) es Un dulce par de senos, de Guiseppina Torregrossa (editorial Maeva).
Desde aquí os deseamos a todos un buen verano lleno de buenas lecturas.










miércoles, 1 de junio de 2011

Cita para "La cena"

La tertulia sobre La cena, de Herman Koch, será este viernes 3 de junio, a las 19:00, en el café Fresas y Chocolate. Después, como cada final de temporada, nos quedaremos a cenar (los que queramos, claro) en el Calvin's, en la Plaza San Cristóbal (si no habéis confirmado vuestra asistencia, por favor, hacedlo cuanto antes a través de Josune, Mª Ángeles o Lluís).

sábado, 2 de abril de 2011

Mi amor desgraciado

(de Lola López Mondéjar).



El 24 de marzo nos reunimos una vez más para hablar de literatura, y esta vez con el privilegio de contar con la presencia de la autora del libro del que íbamos a hablar. Lola López Mondéjar hizo un hueco en su agenda para estar con nosotros y explicarnos algunas de las claves que la llevaron a escribir Mi amor desgraciado. Fue una tertulia de lo más interesante, donde, aparte de las palabras de la autora, oímos opiniones muy variadas sobre la maternidad, el supuesto instinto maternal, el papel de la mujer en la sociedad... en fin, mil y un temas casi imposibles de transcribir en estas líneas. Gracias, Lola, sabes que estás invitada de por vida a nuestras reuniones.


Y esta vez contamos también con una cronista de excepción. Nuestra contertulia Mariví se estrena en este blog con una excelente reseña que paso a transcribir a continuación. Ojalá cunda el ejemplo y todo el mundo se anime a participar en esta página, que es la vuestra.


Gracias por tus palabras, Mariví. Aquí están:


"Mi amor desgraciado es una novela de Lola López Mondéjar, una autora murciana cuya obra ha llamado poderosamente mi atención. Es una novela dinámica que engancha pero no por su ligereza sino por una gran profundidad reflexiva.

Una novela diferente que si la tuviera que calificar con una sola palabra sería valiente, ¿por qué? Sin duda alguna porque toca partes del alma humana femenina , no podría ser de otro modo, que habitualmente no se ponen de relieve si no es para condenar la aberración que supone un infanticidio.

Me gusta la estructura que ha utilizado la autora con dos tipos de mujer que tienen algo en común: el hastío que les produce ser madres. Para ambas es un lastre tener que aguantar la estructura de una familia que recae sobre su maternidad, pero no sólo como madres de esas criaturas que formaron parte de ti sino como el soporte de una estructura social denominada familia en la que la mujer no puede sentir ninguna duda sobre el amor y la responsabilidad que siente hacia sus hijos. Ella los cuida , los alimenta, los lleva al colegio , los entretiene hasta la hora de acostarse mientras renuncia a sus anteriores roles cualesquiera que fueran porque ahora es “madre”.

Las dos protagonistas del libro nos ofrecen la necesidad de encontrarse a sí mismas. Una, Hélène, quiere a toda costa recuperar a su amante, que al tener hijos se ha convertido en un marido al uso y por el que ella siente una dependencia sexual y emocional desde mi punto de vista indignante , pero ella se ve arrastrada a ese “amor desgraciado” sin poderlo remediar. En un error de cálculo, temiendo perderlo decide tener hijos para retenerlo pensando que esos hijos la ligarán a él de por vida , son su ignorancia y su egoísmo los que no la dejan valorar que ella pasará a segundo plano en la relación amorosa con su pareja siendo destronada por sus propios hijos. Hélène enferma de celos ,sin libertad y con un grave desequilibrio mental llega al descuido físico y moral ante la nueva situación que la desborda , cada día droga a sus hijos para que se duerman y no la molesten , reinventa su vida con otros hombres sin demasiado éxito ya que ella realmente a quien quiere adorar y subordinar es a su pareja habitual pero los niños siempre ganan .

A medida que el padre comienza a intuir el maltrato infligido a los niños la situación se hace insostenible haciendo que Hélène se sienta acorralada, sin salida ,no encuentra sentido a su faceta de madre .

Pero, claro, mi reflexión ahora es: ¿por qué es Hélène la que cuida a sus hijos y no su marido? La respuesta sería: ella no trabaja y es su tarea . Yo iría más allá: ¿qué ocurre cuando la mujer sí que trabaja? ¿A quién le toca cambiar su vida y cuidar a la prole?

¿No es el propio varón en la pareja el primero que cercena la vida de su anterior amante para convertirla en madre , le guste o no? ¿Se siente culpable, deja sus actividades, entretenimientos, deportes… solidarizándose con la nueva situación?

¿No es el Jasón de cada hogar el que mata con daga o sin daga a la futura Medea?

Para él es fácil la labor de padre porque habitualmente no la ejerce, es otra persona la que soporta el peso que él ha soltado y no siente ninguna responsabilidad.

¿No hay hombres que celebran el nacimiento de un hijo con una juerga con sus amigos mientras su suegra cuida a su deformada mujer y a su recién nacido en el hospital?

Las mujeres actuales , las ya maduras fuimos educadas y preparadas profesionalmente casi como si se tratase de nuestros propios hermanos y encontramos trabajos similares o mejores que ellos. ¿Cuántos hermanos conocéis que no pueden disponer de su tiempo o han renunciado a su vida por cuidar a su maleducado hijo?

A Hélène la conocemos desde dos perspectivas ,la de su vecina , que sin conocerla, la observa en la calle, en el bar, en la intimidad de su propio hogar, y, por otro lado, las propias reflexiones y confesiones que Hélène hace a esta vecina que, atraída por su osadía, acude a verla a la cárcel una vez que ha cometido el horrible crimen, en repetidas ocasiones , en realidad desde el inicio del libro. Pero al menos yo sólo lo he descubierto cuando ella misma lo dice en la novela, siempre pensé que la persona que la visita y a la que Hélène agradece la compañía y los cigarrillos era una psicóloga de la prisión.

Sin embargo, no es Hèlene la que más me preocupa porque ella representa el extremo. Me parece más peligrosa por ser más cotidiana su escuchadora, el único personaje que se atreve a escuchar al monstruo.

En realidad ella misma se atreve a contarnos que acude a ver a Hélène porque ella misma cree que en el fondo sufre las mismas marejadas en su interior que la llevan a no soportar a su propia hija cuya mirada bovina odia. De hecho, tras muchos años de desidia y desamor ha decidido abandonar a su marido e hija para encontrarse a sí misma y sentir que de nuevo la savia perdida vuelve a correr por sus venas.

Este personaje cuyo nombre creo no se especifica necesita una catarsis de soledad y de asegurarse que nadie altere su nuevo mundo que ella necesita controlar. Me gustan sus reflexiones sobre la coraza que la soledad te ayuda a crear para defenderte de cualquier nueva decepción; sin embargo, con el paso del tiempo los dos personajes femeninos se polarizan. Hélène cada vez parece más loca, superficial y despiadada y, por supuesto, la soledad y el rechazo serán sus acompañantes a partir de ahora mientras ella se ahoga en un delirio sobre su expareja y si todavía seguirá acordándose de ella.

La otra mujer, la más cotidiana, se humaniza, necesita más a los demás aunque empieza una fría relación con Marcel, un experto en arte, parece que encuentra en él ternura y la compañía que da calidez a su vida; de alguna forma me parece que este personaje se traiciona a sí mismo y además yo creo que la propia radicalidad de Hélène la libera a ella de cualquier culpabilidad.

También me parecen interesantes las reflexiones sobre Delacroix y su obsesión por el mito de Medea que él expresó a través de la pintura con la fuerza del romanticismo que marcó su época. Parece ser que de niño se sintió abandonado por su madre, poco amado , quizás ella sentía ese rechazo a ese hijo que te anula y él analizó este tema hasta la saciedad.

También me gusta la reflexión que hace la autora a través de Hélène sobre la hipocresía de la sociedad cuando relata la fiesta de las presas en el día que vienen sus niños a verlas. Hélène no puede participar de esa fiesta por motivos obvios y porque se ve rechazada por todas las presas que a diario intentan atacarla o le dejan cuchillas para que se corte las venas , Hélène no quiere morir porque aún alberga la idea, como la madrastra de Blancanieves, de mantenerse bella para su amor, ahora exmarido.

Desde la indiferencia a la que es condenada observa a las presas desvivirse por unos hijos un día en especial, cuando la triste realidad es que siempre les han importado bien poco , de hecho se han esforzado poco por darles a sus hijos una vida tranquila.

Para finalizar, esta obra me lleva a pensar que a veces nos venden y enseñan unos modelos de vida que son perfectos y hay gente que confía plenamente en esos conocimientos o mitos emocionales transmitidos de generación en generación, normalmente maniqueístas, y luego, cuando empiezas a rodar en la vida, hay veces que las piezas del puzzle no encajan o faltan o sobran piezas.

Ahí viene la frustración y el pensar: lo que nos contaron son mentiras disfrazadas y tamizadas por el paso del tiempo y el olvido que sufren los corazones de los narradores, o somos monstruos aberrantes porque nos salimos de lo prefijado o nuestro corazón siente lo que la razón no permite.

¿Tú qué opinas con el corazón en la mano y el alma desnuda? Ahora nadie te ve. "


Recordamos que el libro propuesto para la próxima tertulia (la última del curso, allá por mayo) es La cena, de Herman Koch (Ed. Salamandra, 2010)

domingo, 13 de marzo de 2011

Un pasado de neblina y un futuro de amor desgraciado

Os preguntaréis el porqué de tan críptico título, y no es ni más ni menos que para enlazar la reseña de la pasada tertulia (La neblina del ayer, de Leonardo Padura) con la próxima cita que tendremos para hablar sobre Mi amor desgraciado, de Lola López Mondejar.

Sin más, paso a copiar la excelente crónica de nuestra Josune (con nuestros mejores deseos de recuperación para Miguel):

" Ya queda un poco lejos el 4 de febrero, fecha en la que celebramos nuestra última tertulia, por lo que seguramente a mi comentario le faltarán muchos detalles. Os pido disculpas por ello y allá va mi intento de recordar una reunión que resultó muy agradable. Seguimos encantados, por cierto, en nuestra nueva sede, Fresas y chocolate.
Hablamos sobre La neblina del ayer, una novela del escritor cubano Leonardo Padura, al que hemos descubierto hace poco. Hubo bastante unanimidad en la apreciación general: la novela nos gustó a todos, a unos más que a otros, claro, pero gustó.
La historia se desarrolla en La Habana, en el verano de 2003, y, dada la cantidad de viajeros empedernidos con que contamos en nuestra tertulia, casi todos la conocían, de modo que uno de los momentos más interesantes fue el de sus comentarios sobre el retrato fiel y realista que Padura ofrece de la ciudad caribeña.
En lo que respecta a la historia, una mezcla de trama policíaca un tanto peculiar y “culebrón”, las opiniones fueron variadas. Tuvimos hasta música en directo (Lluís nos deleitó cantando el bolero “Vete de mí”) y pudimos escuchar diferentes versiones (ninguna superó la interpretación de Lluís pero tampoco estaban mal).
Además de la magnífica descripción de los mundos y submundos habaneros, de sus habitantes, prodigiosos supervivientes de un país sumido en un largo naufragio ideológico, político y social, creo que lo mejor de la novela tiene que ver con lo que representan el protagonista, Mario Conde, y su círculo de incondicionales amigos. Pertenecen a una generación que se siente estafada porque se creyó la utopía que le vendieron en la candidez de su adolescencia. Resisten en medio del desastre aferrados a una tabla que mantienen a flote entre todos. Se protegen, se acompañan, se quieren, comen y beben cuanto les es posible festejando la suerte que de vez en cuando a alguno de ellos le es propicia. Nacieron en La Habana y no quieren salir de allí. Yo creo que, en el fondo y a pesar de todo, confían en que el estropicio quizá tenga algún arreglo.
Quiero terminar con unas palabras de Cristóbal el Cojo, el viejo bibliotecario del Pre de La Víbora, quien le expresa a Mario su preocupación por los libros, qué será de ellos cuando se jubile, por eso le pide que los cuide, que los salve, que se los lleve: Cada libro, cualquiera, es insustituible, cada uno tiene una palabra, una frase, una idea que espera por su lector.
Eso mismo pensamos nosotros. Este mes, el día 22 concretamente, hace cinco años que celebramos nuestra primera tertulia. ¡Felicidades a todos! Un montón de libros nos esperan, ¡qué suerte la nuestra! "

Gracias por tu crónica, mater fundatrix. Nuestra próxima cita será el jueves 24 de marzo, a las 20:00, en Fresas y chocolate. Ya sabéis (casi) todos que la obra que comentaremos será la novela de Lola López Mondéjar Mi amor desgraciado (Editorial Siruela). Y probablemente contaremos con la presencia de la propia autora, de modo que no faltéis.

miércoles, 19 de enero de 2011

¡Atención al cambio de fecha!

La fecha para la próxima tertulia se ha cambiado al VIERNES 4 DE FEBRERO. El lugar y la hora siguen siendo los mismos. Esperemos que nadie se despiste.

viernes, 14 de enero de 2011

Próxima cita con la neblina

Feliz año, ante todo, a los seguidores de este blog y de esta tertulia.
En este post solamente quiero informaros de la fecha de la próxima tertulia, que versará sobre La neblina del ayer, de Leonardo Padura. Nos reuniremos el VIERNES 4 DE FEBRERO a las 18:00 en el café FRESAS Y CHOCOLATE, como la última vez (ya sabéis, en la calle Tomás López Torregrosa, nº 13).
Nos vemos allí.