sábado, 2 de abril de 2011

Mi amor desgraciado

(de Lola López Mondéjar).



El 24 de marzo nos reunimos una vez más para hablar de literatura, y esta vez con el privilegio de contar con la presencia de la autora del libro del que íbamos a hablar. Lola López Mondéjar hizo un hueco en su agenda para estar con nosotros y explicarnos algunas de las claves que la llevaron a escribir Mi amor desgraciado. Fue una tertulia de lo más interesante, donde, aparte de las palabras de la autora, oímos opiniones muy variadas sobre la maternidad, el supuesto instinto maternal, el papel de la mujer en la sociedad... en fin, mil y un temas casi imposibles de transcribir en estas líneas. Gracias, Lola, sabes que estás invitada de por vida a nuestras reuniones.


Y esta vez contamos también con una cronista de excepción. Nuestra contertulia Mariví se estrena en este blog con una excelente reseña que paso a transcribir a continuación. Ojalá cunda el ejemplo y todo el mundo se anime a participar en esta página, que es la vuestra.


Gracias por tus palabras, Mariví. Aquí están:


"Mi amor desgraciado es una novela de Lola López Mondéjar, una autora murciana cuya obra ha llamado poderosamente mi atención. Es una novela dinámica que engancha pero no por su ligereza sino por una gran profundidad reflexiva.

Una novela diferente que si la tuviera que calificar con una sola palabra sería valiente, ¿por qué? Sin duda alguna porque toca partes del alma humana femenina , no podría ser de otro modo, que habitualmente no se ponen de relieve si no es para condenar la aberración que supone un infanticidio.

Me gusta la estructura que ha utilizado la autora con dos tipos de mujer que tienen algo en común: el hastío que les produce ser madres. Para ambas es un lastre tener que aguantar la estructura de una familia que recae sobre su maternidad, pero no sólo como madres de esas criaturas que formaron parte de ti sino como el soporte de una estructura social denominada familia en la que la mujer no puede sentir ninguna duda sobre el amor y la responsabilidad que siente hacia sus hijos. Ella los cuida , los alimenta, los lleva al colegio , los entretiene hasta la hora de acostarse mientras renuncia a sus anteriores roles cualesquiera que fueran porque ahora es “madre”.

Las dos protagonistas del libro nos ofrecen la necesidad de encontrarse a sí mismas. Una, Hélène, quiere a toda costa recuperar a su amante, que al tener hijos se ha convertido en un marido al uso y por el que ella siente una dependencia sexual y emocional desde mi punto de vista indignante , pero ella se ve arrastrada a ese “amor desgraciado” sin poderlo remediar. En un error de cálculo, temiendo perderlo decide tener hijos para retenerlo pensando que esos hijos la ligarán a él de por vida , son su ignorancia y su egoísmo los que no la dejan valorar que ella pasará a segundo plano en la relación amorosa con su pareja siendo destronada por sus propios hijos. Hélène enferma de celos ,sin libertad y con un grave desequilibrio mental llega al descuido físico y moral ante la nueva situación que la desborda , cada día droga a sus hijos para que se duerman y no la molesten , reinventa su vida con otros hombres sin demasiado éxito ya que ella realmente a quien quiere adorar y subordinar es a su pareja habitual pero los niños siempre ganan .

A medida que el padre comienza a intuir el maltrato infligido a los niños la situación se hace insostenible haciendo que Hélène se sienta acorralada, sin salida ,no encuentra sentido a su faceta de madre .

Pero, claro, mi reflexión ahora es: ¿por qué es Hélène la que cuida a sus hijos y no su marido? La respuesta sería: ella no trabaja y es su tarea . Yo iría más allá: ¿qué ocurre cuando la mujer sí que trabaja? ¿A quién le toca cambiar su vida y cuidar a la prole?

¿No es el propio varón en la pareja el primero que cercena la vida de su anterior amante para convertirla en madre , le guste o no? ¿Se siente culpable, deja sus actividades, entretenimientos, deportes… solidarizándose con la nueva situación?

¿No es el Jasón de cada hogar el que mata con daga o sin daga a la futura Medea?

Para él es fácil la labor de padre porque habitualmente no la ejerce, es otra persona la que soporta el peso que él ha soltado y no siente ninguna responsabilidad.

¿No hay hombres que celebran el nacimiento de un hijo con una juerga con sus amigos mientras su suegra cuida a su deformada mujer y a su recién nacido en el hospital?

Las mujeres actuales , las ya maduras fuimos educadas y preparadas profesionalmente casi como si se tratase de nuestros propios hermanos y encontramos trabajos similares o mejores que ellos. ¿Cuántos hermanos conocéis que no pueden disponer de su tiempo o han renunciado a su vida por cuidar a su maleducado hijo?

A Hélène la conocemos desde dos perspectivas ,la de su vecina , que sin conocerla, la observa en la calle, en el bar, en la intimidad de su propio hogar, y, por otro lado, las propias reflexiones y confesiones que Hélène hace a esta vecina que, atraída por su osadía, acude a verla a la cárcel una vez que ha cometido el horrible crimen, en repetidas ocasiones , en realidad desde el inicio del libro. Pero al menos yo sólo lo he descubierto cuando ella misma lo dice en la novela, siempre pensé que la persona que la visita y a la que Hélène agradece la compañía y los cigarrillos era una psicóloga de la prisión.

Sin embargo, no es Hèlene la que más me preocupa porque ella representa el extremo. Me parece más peligrosa por ser más cotidiana su escuchadora, el único personaje que se atreve a escuchar al monstruo.

En realidad ella misma se atreve a contarnos que acude a ver a Hélène porque ella misma cree que en el fondo sufre las mismas marejadas en su interior que la llevan a no soportar a su propia hija cuya mirada bovina odia. De hecho, tras muchos años de desidia y desamor ha decidido abandonar a su marido e hija para encontrarse a sí misma y sentir que de nuevo la savia perdida vuelve a correr por sus venas.

Este personaje cuyo nombre creo no se especifica necesita una catarsis de soledad y de asegurarse que nadie altere su nuevo mundo que ella necesita controlar. Me gustan sus reflexiones sobre la coraza que la soledad te ayuda a crear para defenderte de cualquier nueva decepción; sin embargo, con el paso del tiempo los dos personajes femeninos se polarizan. Hélène cada vez parece más loca, superficial y despiadada y, por supuesto, la soledad y el rechazo serán sus acompañantes a partir de ahora mientras ella se ahoga en un delirio sobre su expareja y si todavía seguirá acordándose de ella.

La otra mujer, la más cotidiana, se humaniza, necesita más a los demás aunque empieza una fría relación con Marcel, un experto en arte, parece que encuentra en él ternura y la compañía que da calidez a su vida; de alguna forma me parece que este personaje se traiciona a sí mismo y además yo creo que la propia radicalidad de Hélène la libera a ella de cualquier culpabilidad.

También me parecen interesantes las reflexiones sobre Delacroix y su obsesión por el mito de Medea que él expresó a través de la pintura con la fuerza del romanticismo que marcó su época. Parece ser que de niño se sintió abandonado por su madre, poco amado , quizás ella sentía ese rechazo a ese hijo que te anula y él analizó este tema hasta la saciedad.

También me gusta la reflexión que hace la autora a través de Hélène sobre la hipocresía de la sociedad cuando relata la fiesta de las presas en el día que vienen sus niños a verlas. Hélène no puede participar de esa fiesta por motivos obvios y porque se ve rechazada por todas las presas que a diario intentan atacarla o le dejan cuchillas para que se corte las venas , Hélène no quiere morir porque aún alberga la idea, como la madrastra de Blancanieves, de mantenerse bella para su amor, ahora exmarido.

Desde la indiferencia a la que es condenada observa a las presas desvivirse por unos hijos un día en especial, cuando la triste realidad es que siempre les han importado bien poco , de hecho se han esforzado poco por darles a sus hijos una vida tranquila.

Para finalizar, esta obra me lleva a pensar que a veces nos venden y enseñan unos modelos de vida que son perfectos y hay gente que confía plenamente en esos conocimientos o mitos emocionales transmitidos de generación en generación, normalmente maniqueístas, y luego, cuando empiezas a rodar en la vida, hay veces que las piezas del puzzle no encajan o faltan o sobran piezas.

Ahí viene la frustración y el pensar: lo que nos contaron son mentiras disfrazadas y tamizadas por el paso del tiempo y el olvido que sufren los corazones de los narradores, o somos monstruos aberrantes porque nos salimos de lo prefijado o nuestro corazón siente lo que la razón no permite.

¿Tú qué opinas con el corazón en la mano y el alma desnuda? Ahora nadie te ve. "


Recordamos que el libro propuesto para la próxima tertulia (la última del curso, allá por mayo) es La cena, de Herman Koch (Ed. Salamandra, 2010)