viernes, 27 de abril de 2012

La conquista del aire

(de Belén Gopegui)

Hoy estrenamos cronista de lujo: recién llegada del reino de León, nos deleita con su fluida prosa nada menos que nuestra insigne contertulia Josefina. Esperemos que este sea el principio de una larga serie de colaboraciones, tanto suyas como de otros tertuliantes que se animen a darle vidilla a este blog. Aquí tenéis la reseña, recién salida del horno:



            La conquista del aire (Belén Gopegui, 1998) sitúa la trama a mediados de la década de los 90 , en los últimos años del gobierno de Felipe González, y nos cuenta cómo las vidas y los ideales de tres amigos se verán trastocados por algo  tan simple como un préstamo . Carlos Maceda necesita capital para mantener a flote su empresa y pide prestados 8 millones de pesetas a sus amigos, Marta Timoner  y Santiago Álvarez. La historia no es más que eso y la autora no necesitaba - como señalaron algunas contertulias a las que no les gustó demasiado la obra – páginas y páginas de reflexiones sobre lo justo y lo injusto, lo que se debe hacer y lo que no. Un amigo necesita tu ayuda y tú, si puedes, se la prestas y ya está. Punto.
            Pero la historia sí es más que eso. No es un préstamo cualquiera; Marta y Santiago le están prestando dinero a su amigo para ayudarle a mantener un proyecto de vida, unos ideales que se están tambaleando, y eso es lo que significa la empresa de Carlos para estos amigos: es el proyecto de todos ellos, el reducto donde salvaguardar esos ideales; son  gente de izquierdas, convencidos de sus ideas y de su lucha por un mundo mejor, coherentes –o eso creen- en su estilo de vida y en búsqueda constante de la justicia social. Por eso aceptan prestar todos sus ahorros sin dudarlo.
Sin embargo, todo cambia cuando empiezan a plantearse por qué  lo hicieron ¿por voluntad propia?, ¿por obligación? Y es entonces cuando esa búsqueda de la felicidad, esos ideales se dan de bruces con la realidad, con personajes como Manuel Soto, Leticia Tineo o Lucas, que viven esa realidad sin prejuicios; y llega la soledad, el miedo al fracaso, la mala conciencia, las contradicciones, la sensación de estar, no donde han elegido, sino donde han decidido: Elegir… significaba determinar los fines de acuerdo con la razón. Tomar decisiones era sólo escoger entre los deseos de un muestrario concebido por el apetito propio o ajeno, casi siempre ajeno. (página 221).
La vida de cada uno de ellos se trastoca y ese dinero condiciona las decisiones y las elecciones posteriores sin que ellos puedan o quieran ya controlarlo : Tu problema es qué haces con lo que puedes controlar, le dice Sol a Santiago que se va a casar con una “pija”  (así apodamos a la pobre e ingenua Leticia Tineo en la tertulia)  que lo llevará de vacaciones a Bali.
            Y a pesar de todo, los tres amigos organizarán sus vidas con sorprendente facilidad y cada uno encontrará su lugar en el mundo en el sitio más insospechado y del que hubieran renegado dos años atrás: Santiago en una apacible vida burguesa junto a una mujer totalmente diferente a su antigua compañera,  Carlos en su trabajo en una multinacional y Marta en la relación recuperada con Guillermo en la nueva casa que alquirán cerca de un parque.  Las primeras y últimas frases del libro describen, real y metafóricamente, la  evolución vital de los tres amigos: No dormían. Era martes 11 de octubbre de 1994, la noche había caído sobre  Madrid(…), Carlos Maceda, Santiago Álvarez y Marta Timoner se debatían con el insomnio, y 324 páginas después: En la madrugada del 26 de noviembre de 1996, Carlos Maceda, Santiago Álvarez  y Marta Timoner duermen. Sobre su piel cansada, el mundo está ordenado aparentemente. Es la evolución de unos jóvenes, idealistas y soñadores, que siempre estaban en alerta, intentando conquistar el aire que se les escapaba entre los dedos, hacia unos jóvenes ,ya maduros, que diríamos ahora, que han aceptado ya las razones de los otros, las reglas del juego de la realidad en la que viven y esa aceptación les da, por fin, cierta paz.
            Respecto al libro, había opiniones diversas entre los  que llegamos al final de la historia. Es una obra de una estilo bastante original que contiene mucha información y un gran dominio del discurso político y filosófico; todo aderezado ,a veces, con cierto tono poético que obliga a una lectura pausada y concentrada.  A algunos nos gustó el libro, por la historia y por la forma de escribir de su autora; a otra le pareció un rollo, pero le gustó haberlo leído; a otras les parecieron demasiadas páginas para una historia tan simple…
Aún así, creo que a nadie nos dejó indiferente y la tertulia se fue haciendo cada vez más interesante a medida que evocábamos nuestros propios ideales de juventud, las largas conversaciones sobre lo divino y lo humano en la universidad, las reuniones con grupos cristianos, etc. Hay que tener en cuenta que la mayoría de nosotros somos de “la quinta” de los protagonistas y nos veíamos reflejados en muchas situaciones del libro.  Recordamos, con cierta nostalgia,  lo habitual que era entonces hablar y hablar durante horas sobre cualquier tema de índole socio-político-filosófico y nos dimos cuenta cuán diferentes son las inquietudes y aspiraciones de los treintañeros de ahora.
            Y para los que habéis conseguido llegar al final de la reseña aquí os dejo el poema que evocan Sol y Santiago en su último encuentro. En la belleza de los últimos versos sí que estuvimos de acuerdo todos los contertulios.
Mantos de cielo
Si tuviera los mantos bordados del cielo,
tejidos del oro y la plata de la luz,
Los mantos azules, oscuros y negros del cielo
De la noche, de la luz y la media luz
desplegaría los mantos bajo tus pies:
pero siendo pobre no tengo más que mis sueños,
he desplegado mis sueños bajo tus pies
pisa suavemente... porque pisas mis sueños.
Son versos de William Butler Yeats (1865-1939), poeta, prosista y dramaturgo irlandés, Nobel de Literatura de 1923. Son de The Wind Among the Reeds - (El viento entre las cañas) de 1899.                           

Josefina Domínguez



Por cierto, ¿concéis la película que se rodó sobre esta novela (Las razones de mis amigos, de Gerardo Herrero, 2000)? 


La próxima tertulia versará sobre Matar un ruiseñor, de Harper Lee, y se celebrará el próximo 8 de junio.

lunes, 9 de abril de 2012

Hoy, Júpiter

(de Luis Landero)

Cuando las cosas se van postponiendo de un día para otro pasa lo que pasa, que se van olvidando y, cuando te quieres dar cuenta, ha pasado más de un mes y no las has hecho. Eso es lo que ha ocurrido con esta reseña, que se tendría que haber publicado (y redactado, obviamente) a principios de marzo, que fue cuando tuvo lugar la tertulia sobre Hoy, Júpiter, de Luis Landero.

Claro, ahora toca sufrir las consecuencias: ¿quién se acuerda de lo que se habló en esa reunión?

Al paso del tiempo hay que añadir que fue una tertulia especialmente ruidosa, no por los participantes (siempre tan moderados y educados) sino por otros grupos que ocupaban el local y hacían que se cruzaran las conversaciones, las risas… Probablemente nosotros también estaríamos interfiriendo en sus charlas, pero ese es otro asunto.

Quienes ya habían leído el libro anteriormente comentaron un fenómeno curioso, que no recordaban casi nada de la trama cuando volvieron a leerlo por segunda vez. Parece que se debe –según dedujimos- a que realmente no es una novela donde “pasan cosas” que luego puedas recordar claramente, de hecho el argumento se podría resumir en tres o cuatro líneas. Lo que importa es el cómo están contadas esas cosas, el magistral dominio del lenguaje que muestra Landero y en el que todos coincidimos.

La estructura de la obra también mereció alabanzas; las historias de Dámaso y Tomás, paralelas y al mismo tiempo entrelazadas en el tiempo y el espacio, confluyen finalmente y aúnan de una manera muy hábil personajes y escenarios.

Por citar alguna crítica de las que se pronunciaron, los personajes femeninos no parecen salir muy bien parados en la novela, no adquieren la profundidad que tienen los protagonistas o los “secundarios” (el padre de Dámaso, Bernardo): la mujer de Tomás, tan al margen de las inquietudes de su marido (aunque al final se nos revele su secreta pasión), o la madre de Dámaso, que permanece impasible aun sabiendo toda la verdad sobre su familia, o la novia que pasa como de puntillas por la obra…

Comparando Hoy, Júpiter con otras obras del mismo autor (sobre todo con Juegos de la edad tardía) se comentó la predilección que tiene Landero por el tema de la impostura, del aparentar ser quien no se es. En algunas ocasiones, los personajes (como Tomás) fantasean con lo que hubieran querido o podido llegar a ser, porque la vida que llevan les resulta demasiado mediocre para sus auténticas posibilidades. Otras veces (como Dámaso) se maldicen por no ser lo que los demás esperan que sean: su padre tenía tantas expectativas puestas sobre él, que no puede evitar sentirse una verdadera decepción para este. Todos los contertulios coincidimos en lo triste que puede llegar a ser que un hijo advierta que su padre nunca se sentirá orgulloso de él, que hubiera preferido que su hijo fuera de otra manera completamente diferente (algún tertuliano confesó sentirse reconocido en esta durísima situación). Este sentimiento marcará a Dámaso haciéndole sufrir muchísimo y llevándole a odiar a Bernardo, el ojito derecho de su padre. El odio y la venganza se convierten así en la razón de la existencia de Dámaso. Lo inesperado de la trama llega al final, cuando descubrimos que Bernardo también ha pasado un auténtico calvario para satisfacer las expectativas del padre de Dámaso: se ha inventado una vida, casi una identidad nueva, solo para darle gusto, transformándose ante Dámaso y ante el lector de verdugo en víctima. El odio que había sentido Dámaso por él durante toda su vida no tenía ningún sentido. Para algunos tertulianos la resolución es bastante inverosímil, forzada; para otros, un giro magistral que remata con acierto buena novela de un muy buen narrador.

La próxima tertulia, que tendrá lugar el 17 de abril, versará sobre la novela de Belén Gopegui La conquista del aire.