domingo, 25 de mayo de 2008

LA COCINA DEL AZAFRÁN

Yasmin Crowther



El jueves 22 celebramos la última tertulia del curso y quizás una de las más controvertidas. Las opiniones sobre La cocina del azafrán fueron de lo más diversas, aunque parecía haber una clara división entre sexos: a ellas (a casi todas), les pareció una buena novela de sentimientos, que retrata de forma brillante el desarraigo de la protagonista. Más de una se identificó con esa sensación de no sentirse ni de un país ni de otro, y de anhelar volver a esa tierra que tan mal trató a Maryam en su adolescencia, ese tener dos mundos que no se cruzan en ningún momento –sobre todo si entendemos Irán como una metáfora de León-. En cambio a ellos les pareció bastante aburrida, con flagrantes fallos de estructura y constante confusión de voces narrativas (o, más que confusión, ausencia, pues habla igual un profesor londinense que una criada iraní, de manera que a veces no se sabe bien quién está hablando). Nuestra Pasaventa ya advirtió de antemano que era difícil que esta obra fuera del agrado de algún varón, excepto de su Pasavento. Es más, ella misma acabó la tertulia cambiando de opinión sobre la obra y abominando de ella (la donna è mobile…)
No se llegó a comprender bien la intención del cuento que escribe el doctor Ahlavi, la historia de Gossemarbart (la joven torturada y mutilada por el khan, su esposo a la fuerza, que acaba convertida en mujer de piedra que llora y gime con la lluvia y el viento en la montaña que lleva su nombre). Analizándola después, parece haber una clara reminiscencia de la mitología clásica: por un lado la figura de Níobe, que se convirtió en roca que llora sin cesar por el dolor que sintió ante la muerte de sus hijos a manos de Apolo y de sus hijas bajo las flechas de Ártemis, al jactarse de su prole ante Leto (madre de ambos dioses); por otra parte, recuerda la cruenta historia de las hermanas Filomela y Procne: aunque Tereo estaba casado con Procne, con la que tenía un hijo (Itis), se enamoró de su cuñada y la violó; para que no le fuera con el cuento a su hermana, no se le ocurrió al graciosillo de Tereo otra cosa que cortarle la lengua a Filomela, pero ésta encontró el modo de contárselo a su hermana bordando la historia en una tela. Procne decidió castigar a Tereo matando al hijo de ambos y dándoselo a comer hábilmente troceado y cocinado. Cuando Tereo descubre el crimen, persigue a ambas hermanas armado de un hacha, hasta que los dioses (que todo lo arreglan) se apiadan de ellas y las transforman en aves, a Procne en ruiseñor y a Filomela en golondrina (los romanos, con su lógica aplastante, cambiaron el orden y para ellos el ruiseñor era Filomela: ¿cómo iba a cantar Procne, si le habían cortado la lengua?; de ahí el nombre poético del ruiseñor, Filomela, “la que ama el canto”). Igual esta referencia está traída un poco por los pelos, pero ¿a que es bonita?



Como viene siendo tradicional al finalizar el curso, se votó cuál había sido el mejor libro de los leídos esta temporada, saliendo vencedor El corazón helado, seguido muy de cerca por Expiación. Como tertulia más interesante resultó más votada esta última, la de La cocina del azafrán, tras un desempate con la de La mancha humana.

Para la próxima tertulia (allá por el lejano septiembre) hay dos libros de Eduardo Mendoza, concretamente el primero que escribió (La verdad sobre el caso Savolta) y el último que ha publicado (El asombroso viaje de Pomponio Flato). Os recomiendo el “revisionado” de la genial película de los Monty Python La vida de Brian como apoyo a la lectura de Pomponio.

Y no olvidéis que se siguen pudiendo hacer comentarios, que estáis un pelín vagos…

lunes, 12 de mayo de 2008