domingo, 13 de diciembre de 2009

Las uvas de la ira

(de John Steinbeck)



Parece que esta tertulia, aparte de ser una de las más hipercalóricas –los rollitos de María hicieron perder la compostura y la línea a más de uno- ha sido una de esas raras ocasiones en las que casi todos estábamos de acuerdo en la monumentalidad de la novela comentada. Las uvas de la ira no ha dejado a nadie indiferente: mientras que a la mayoría nos pareció una obra excepcional, una de las cumbres de la literatura, a algunos simplemente les impactó y sobrecogió la odisea de la familia Joad en busca de su particular El Dorado (pero –matizó una de nuestras “tertuliantes”- sólo recomendaría su lectura a quien le apeteciera pasarlo francamente mal).
Hubo quien propuso utilizar la novela como libro de texto de diferentes materias: historia, filosofía, economía, religión… de tanto “tema transversal” (en términos LOGSE) que surca las páginas de la obra de Steinbeck.
También se comparó el libro con El Manifiesto Comunista: la única salida que parece viable para la penosa situación de los okies es la revolución (no en vano la novela estuvo prohibida durante años en Estados Unidos); el único respiro que se les concede a los Joad es la estancia en el campamento del gobierno, donde todos ayudan a todos, la propia comunidad elige a sus gobernantes, no existe policía… unas ideas bastante cercanas al marxismo.
La figura de Madre (así, sin artículo) a todos nos pareció magistral: esa mujer de una pieza que intenta mantener unida la familia mientras ésta se va descomponiendo poco a poco, es uno de los personajes mejor trazados de la novela. Su fuerza ante la adversidad anula a su marido, que ya no se atreve ni a levantarle la mano (es tremendo el pasaje en que ella, ante un enfado de su marido, le replica que ya le dejará que le propine una buena paliza cuando estén establecidos, con un buen trabajo y una buena casa).
También coincidimos muchos en lo impactante y desolador del final, que no revelaremos dado que algunos no llegaron a acabar la novela. Este final no aparece en la versión cinematográfica de John Ford (de 1940), película, por otra parte, altamente recomendable, aunque el director se vio forzado a realizar algunos cambios con respecto a la novela en aras a la comercialidad (realmente Ford se “desentendió” de la película una vez filmadas todas las escenas, y fue en el proceso de montaje donde se realizaron los cambios: el final es mucho más esperanzador que en el libro, la estructura está ligeramente alterada de manera que el episodio del campamento gubernamental quede hacia el final, se omiten las referencias a los “rojos” y se cambia el término por “alborotadores”…, detalles que, sin embargo, no impiden que éste sea uno de los grandes clásicos del cine americano).
Animamos desde aquí a todos los que no han tenido tiempo (o ganas) de leerse las setecientas y pico páginas de la obra a que lo hagan, pues (aparte de sufrir con la familia Joad) comprenderán así mucho mejor una etapa de la historia de Estados Unidos, la de la gran depresión.







El libro para la próxima tertulia (ya en enero) será Los peces de la amargura, de Fernando Aramburu (editorial Tusquets).