(Ian McEwan)
La mayor parte de los que asistimos a la tertulia compartíamos la opinión de que se trataba de una novela bastante interesante, minuciosamente documentada y con la sorpresa final (para los que no habíamos visto antes la película) del elaborado juego literario del relato sobre el propio relato, con constantes cambios de persona narrativa y de estilo. La parte central, la dedicada a la guerra, a algunos nos resultó tediosa e interminable, mientras que a otros les pareció una descripción soberbia que contrastaba en su sordidez y en su estruendosa “banda sonora” con la tensa y silenciosa calma de la primera parte, tan británicamente correcta (nadie citó el parecido con las novelas de E. M. Forster o las películas de Ivory, quizás porque es evidente en todo aquello que huela a té de las cinco en ambientes de lujo campestre).
Por el contrario, a nuestro magnus magister le pareció “un tostón insufrible” (sic) y aburrido desde la primera línea, un relato que se podía haber desarrollado en menos de cien páginas y que se había engordado innecesariamente; de hecho, la historia de difamación que nos contó nuestra Menchu le pareció mucho más interesante que la de la novela. Mª Ángeles, sin llegar a ser tan radical, ya había apuntado antes que ni la novela ni la película le habían parecido nada extraordinario, aunque quizás se debiera al hecho de haber visto la película antes de la lectura del libro.
Se debatió con ardor sobre el tema de la culpa, y mientras algunos no perdonaban a Briony la difamación y no la absolvían por mucho que intentara expiar literariamente su culpa, otros fueron más indulgentes considerando que sólo se trataba de una niña con muchos pájaros en la cabeza, que no podía prever la magnitud de sus actos; nuestro músico Jesús nos ilustró con una enigmática historia sobre la diferencia entre hacer daño y hacer sufrir (cual Sherezade, nos dejó con la intriga de conocer el resto del episodio).
En cuanto al tema del amor, a algunos no les pareció creíble la pasión desatada que mueve a Cecilia y a Robbie a lo largo de tantas páginas, cuando se trata simplemente de “un polvete en la biblioteca” (bonita referencia al tan traído y llevado concepto de biblioteca multiusos).
Por lo que respecta a los finales alternativos, y para terminar, recojo textualmente las palabras de Eduardo Mendoza en su crítica del Babelia a otra novela de McEwan, Chesil Beach:
La mayor parte de los que asistimos a la tertulia compartíamos la opinión de que se trataba de una novela bastante interesante, minuciosamente documentada y con la sorpresa final (para los que no habíamos visto antes la película) del elaborado juego literario del relato sobre el propio relato, con constantes cambios de persona narrativa y de estilo. La parte central, la dedicada a la guerra, a algunos nos resultó tediosa e interminable, mientras que a otros les pareció una descripción soberbia que contrastaba en su sordidez y en su estruendosa “banda sonora” con la tensa y silenciosa calma de la primera parte, tan británicamente correcta (nadie citó el parecido con las novelas de E. M. Forster o las películas de Ivory, quizás porque es evidente en todo aquello que huela a té de las cinco en ambientes de lujo campestre).
Por el contrario, a nuestro magnus magister le pareció “un tostón insufrible” (sic) y aburrido desde la primera línea, un relato que se podía haber desarrollado en menos de cien páginas y que se había engordado innecesariamente; de hecho, la historia de difamación que nos contó nuestra Menchu le pareció mucho más interesante que la de la novela. Mª Ángeles, sin llegar a ser tan radical, ya había apuntado antes que ni la novela ni la película le habían parecido nada extraordinario, aunque quizás se debiera al hecho de haber visto la película antes de la lectura del libro.
Se debatió con ardor sobre el tema de la culpa, y mientras algunos no perdonaban a Briony la difamación y no la absolvían por mucho que intentara expiar literariamente su culpa, otros fueron más indulgentes considerando que sólo se trataba de una niña con muchos pájaros en la cabeza, que no podía prever la magnitud de sus actos; nuestro músico Jesús nos ilustró con una enigmática historia sobre la diferencia entre hacer daño y hacer sufrir (cual Sherezade, nos dejó con la intriga de conocer el resto del episodio).
En cuanto al tema del amor, a algunos no les pareció creíble la pasión desatada que mueve a Cecilia y a Robbie a lo largo de tantas páginas, cuando se trata simplemente de “un polvete en la biblioteca” (bonita referencia al tan traído y llevado concepto de biblioteca multiusos).
Por lo que respecta a los finales alternativos, y para terminar, recojo textualmente las palabras de Eduardo Mendoza en su crítica del Babelia a otra novela de McEwan, Chesil Beach:
"Al final de Expiación, el propio Ian McEwan, a través de su personaje principal, se hace presente e introduce un elemento perturbador, que la película recoge: el autor es el dueño del relato y es él quien determina su rumbo. A mi modo de ver, esto no es del todo cierto. Un relato tiene vida propia; una vida convencional, pactada entre el autor y el receptor, pero vida. Lo que entendemos por ficción no es otra cosa. Un desenlace alternativo trunca la vida del relato, porque implica que todo lo que se nos ha contado con anterioridad no era ficción, sino artificio y mentira. Y esta declaración invalida la ficción, no porque nos revele algo que ya sabíamos, sino porque rompe el pacto de credulidad en que se basa"
9 comentarios:
Se me había olvidado informaros sobre las propuestas de nombre para el coro: Vox mundi (Josune), Cantdelpla (Mª Ángeles), In musica (Lluís&Emilio), Chon Celemín (clamor popular). Id añadiendo las vuestras, a fin de poder hacer una encuesta en serio.
¡Oferta de última hora! Tenemos dos entradas para la actuación del magnífico pianista Wim Mertens en Alicante, el 17 de mayo a las 21:00, por el módico precio de 25 € cada una. Si a alguien le interesa alguna, contactad con Lluís o conmigo.
¡Quina sort tenim amb Emilio, que ens fa resums de les tertúlies! Els que no hi podem anar t'estem molt agraïts, almenys jo (no sé per què estic parlant en plural).
En aquesta ocasió em sap especialment greu no haver pogut assistir-hi, perquè el tema de la culpa em sembla d'una gran rellevància literària i vital. No he llegit la novel·la, axí que no sé si perdonaria a Briony o no, però crec que el que és rellevant en aquest cas és si ella es perdona a si mateixa o no. És molt dur carregar anys i anys amb un sentiment de culpa. No és estrany que en el passat s'inventaren els confessionaris i les penitències (sempre amb l'acte de contricció previ, és clar). Però què ens queda als que no diem "Ave Maria Puríssima" des de fa més de 15 anys?
Canviant de tema, algú sap per què Emilio està tan moreníssim últimament? Com veieu ací estic jo tractant d'introduir la polèmica i el debat es este bolg, que està un tant apagat últimament. Crec que este últim tema del color facial d'Emilio serà definitiu.
Efectivamente, uno de los momentos más logrados de Expiación (sobre todo en la "peli") es el "polvete" en la biblioteca multiusos (¿no podríamos poner un reservado en nuestra biblioteca, por si nos entra una prisa?). Así que yo, que también leí el artículo del Babelia, me he comprado el Chesil Beach de McEwan que, según dicen algunos críticos, es una de las mejores novelas que se han escrito sobre sexo... Ya os contaré.
Con respecto a la tez morena de Emilio sólo encuentro como explicación que el ordenador de la biblioteca sea, en realidad, un aparato camuflado de rayos UVA (lo digo porque últimamente a Emilio siempre lo veo allí puesto, haciendo como que ficha libros). Otra propuesta: ¿trasladamos el sofá a la biblioteca?. Quiero que hagamos una votación (y no vale abstenerse).
Pór último: quiero reformular mi propuesta de nombre para el coro. Ahora propongo "Dorrerremí" (pronúnciese con la misma cadencia que "Chon Celemín")... En fin, creo que ha llegado la hora de acostarme, quiero decir de dormir. Saludos desde Lokunowo.
Estimada Pasaventa: tu sempre tens idees glorioses, i la del sofà a la biblioteca també ho és. Però què fem durant els esplais?, perquè la biblio s'ompli d'alumnes...! No sé..., no trobe la solució. En fi, quant al nom del cor, no vull ser groller però és senzillament horrorós. Continua pensant, xata!
Vamos a poner un poquito de seriedad en este blog... yo voto como nombre del coro " Cantdelpla"
Eso de "Dodoreresolmi" que propone la Dra Pasaventa me recuerda un poco a los tartajas con todo el respeto del mundo eh?...
Creo que sí sería una buena solución trasladar el sofá pues cada vez hay menos gente, además ¿Habéis notado que hay un sofá menos??? ¿Será una señal??, ¿Dónde está ese sofá?...
Ah !! Emilio es una pasada lo de poner escenas de la peli.
Besos para los tímidos que os vemos como entrais al blog y no os atreveis a decir nada.
Ah !!! Y con respecto al moreno de nuestro Emilio, creo que es debido a lo que a todos nos está pasando, necesitamos unas vacaciooonesss.... y estamos un poquito quemaiiitos
Hola. Soy Jesús Ballester. Yo todavía querría añadir algo más sobre la novela/película (a estas alturas para mí son como las dos caras de una única moneda)al hilo de los comentarios de Emilio. ¿Puedo?
Para mí la segunda parte, la que transcurre en Dunkerke, es una parte soberbia con entidad propia pero que sí, también se me atragantaba algo aunque porque no veía el momento de que el escritor (ahora sí, no el narrador o narradora) me devolviera con Briony, Cecilia, Robbie y el resto de personajes de la primera parte, después del sabor a poco que ese ritmo in crescendo hasta el ultimísimo final y sin ceder una pizca me había dejado. Necesitaba, quería volver con estos, y la guerra me apartaba de ellos, y de ahí que pasara las páginas con ansiedad aunque lamentando a la vez lo que me iba perdiendo. Y sí, la primera parte sabe a Ivory, a Forster, a Regreso a Brideshead, pero la segunda no sabe menos al mejor de los Hemingway, e incluso al Orwell de Homenaje a Cataluña, al Conrad de El corazón de las tinieblas e incluso al Apocalipsis now de Coppola. En cuanto al tema de fondo de la novela, yo sigo sin ver tanto que sea el de la culpa como el de cómo y hasta qué manera dependen nuestras circunstancias, incluso nuestra vida toda, su futuro, nuestro destino, ciegamente de los demás, es decir, todos unos de otros: la decisión de Briony no cambia sólo la vida de Robbie, sino la vida de todos los que intervienen con ella en la primera parte de la novela, la de la propia Briony incluida. Las decisiones de los demás pueden afectarnos de maneras totalmente inesperadas si no incluso incomprensibles, estamos todos insertos en esa telaraña de relaciones, juicios, incomprensiones, prejuicios, malentendidos, y nuestra vida después de todo va saliendo a nuestro pesar como un simple producto de todo ello. Pensamos que controlamos y dirigimos nuestros actos y sus consecuencias cuando realmente no son unos y otras sino un elemento más de toda una trama visible e invisible que nos supera. Es la idea básica incluso de la segunda parte de la novela, la de la guerra. Y de la tercera, y del epílogo. Y es también la idea básica que mueve al escritor a inventar ese juego de narradores con intención de controlar y manipular a sus personajes sin tampoco poderlo conseguir (ni siquiera siendo capaces de cerrar con un buen y único final la novela). Es la idea que lleva finalmente a comparar inútilmente las posibilidades del escritor con las de un dios.
Alguna cosa más. Me parece una simpleza lo del polvete en la biblioteca. Creo que la pasión finalmente desatada entre Cecilia y Robbie no está, en cuanto a sus antecedentes, completamente y explícitamente desarrollada en la novela, pero se intuye toda una larga y compleja historia detrás y previa, merecedora quizá de otra novela del mismo McEwan. El descalzarse de Robbie antes de entrar en la casa con la interpretación que Cecilia hace de ello contiene ya en sí elípticamente todo un relato entero del que el escritor (ahora sí McEwan) nos deja entrever apenas lo mínimo, lo justo para que nos hagamos una idea. Nuevamente los demás y lo que entienden e interpretan, y cómo de sujetos estamos a todo ello. Definitivamente, qué somos sino lo que los demás creen que somos y lo que deciden que seamos a partir de eso que han creído.
En fin, conforme me voy metiendo más y más en todo ese barullo voy encontrando cada vez nuevos hilos de los que tirar. Es lo bueno que tienen las buenas novelas, que son inagotables. A ver si alguien más se anima a seguir tirando de otros hilos y podemos seguir hablando un poco más.
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