Sin más, paso a copiar la excelente crónica de nuestra Josune (con nuestros mejores deseos de recuperación para Miguel):
" Ya queda un poco lejos el 4 de febrero, fecha en la que celebramos nuestra última tertulia, por lo que seguramente a mi comentario le faltarán muchos detalles. Os pido disculpas por ello y allá va mi intento de recordar una reunión que resultó muy agradable. Seguimos encantados, por cierto, en nuestra nueva sede, Fresas y chocolate.
Hablamos sobre La neblina del ayer, una novela del escritor cubano Leonardo Padura, al que hemos descubierto hace poco. Hubo bastante unanimidad en la apreciación general: la novela nos gustó a todos, a unos más que a otros, claro, pero gustó.
La historia se desarrolla en La Habana, en el verano de 2003, y, dada la cantidad de viajeros empedernidos con que contamos en nuestra tertulia, casi todos la conocían, de modo que uno de los momentos más interesantes fue el de sus comentarios sobre el retrato fiel y realista que Padura ofrece de la ciudad caribeña.
En lo que respecta a la historia, una mezcla de trama policíaca un tanto peculiar y “culebrón”, las opiniones fueron variadas. Tuvimos hasta música en directo (Lluís nos deleitó cantando el bolero “Vete de mí”) y pudimos escuchar diferentes versiones (ninguna superó la interpretación de Lluís pero tampoco estaban mal).
Además de la magnífica descripción de los mundos y submundos habaneros, de sus habitantes, prodigiosos supervivientes de un país sumido en un largo naufragio ideológico, político y social, creo que lo mejor de la novela tiene que ver con lo que representan el protagonista, Mario Conde, y su círculo de incondicionales amigos. Pertenecen a una generación que se siente estafada porque se creyó la utopía que le vendieron en la candidez de su adolescencia. Resisten en medio del desastre aferrados a una tabla que mantienen a flote entre todos. Se protegen, se acompañan, se quieren, comen y beben cuanto les es posible festejando la suerte que de vez en cuando a alguno de ellos le es propicia. Nacieron en La Habana y no quieren salir de allí. Yo creo que, en el fondo y a pesar de todo, confían en que el estropicio quizá tenga algún arreglo.
Quiero terminar con unas palabras de Cristóbal el Cojo, el viejo bibliotecario del Pre de La Víbora, quien le expresa a Mario su preocupación por los libros, qué será de ellos cuando se jubile, por eso le pide que los cuide, que los salve, que se los lleve: Cada libro, cualquiera, es insustituible, cada uno tiene una palabra, una frase, una idea que espera por su lector.
Eso mismo pensamos nosotros. Este mes, el día 22 concretamente, hace cinco años que celebramos nuestra primera tertulia. ¡Felicidades a todos! Un montón de libros nos esperan, ¡qué suerte la nuestra! "
Hablamos sobre La neblina del ayer, una novela del escritor cubano Leonardo Padura, al que hemos descubierto hace poco. Hubo bastante unanimidad en la apreciación general: la novela nos gustó a todos, a unos más que a otros, claro, pero gustó.
La historia se desarrolla en La Habana, en el verano de 2003, y, dada la cantidad de viajeros empedernidos con que contamos en nuestra tertulia, casi todos la conocían, de modo que uno de los momentos más interesantes fue el de sus comentarios sobre el retrato fiel y realista que Padura ofrece de la ciudad caribeña.
En lo que respecta a la historia, una mezcla de trama policíaca un tanto peculiar y “culebrón”, las opiniones fueron variadas. Tuvimos hasta música en directo (Lluís nos deleitó cantando el bolero “Vete de mí”) y pudimos escuchar diferentes versiones (ninguna superó la interpretación de Lluís pero tampoco estaban mal).
Además de la magnífica descripción de los mundos y submundos habaneros, de sus habitantes, prodigiosos supervivientes de un país sumido en un largo naufragio ideológico, político y social, creo que lo mejor de la novela tiene que ver con lo que representan el protagonista, Mario Conde, y su círculo de incondicionales amigos. Pertenecen a una generación que se siente estafada porque se creyó la utopía que le vendieron en la candidez de su adolescencia. Resisten en medio del desastre aferrados a una tabla que mantienen a flote entre todos. Se protegen, se acompañan, se quieren, comen y beben cuanto les es posible festejando la suerte que de vez en cuando a alguno de ellos le es propicia. Nacieron en La Habana y no quieren salir de allí. Yo creo que, en el fondo y a pesar de todo, confían en que el estropicio quizá tenga algún arreglo.
Quiero terminar con unas palabras de Cristóbal el Cojo, el viejo bibliotecario del Pre de La Víbora, quien le expresa a Mario su preocupación por los libros, qué será de ellos cuando se jubile, por eso le pide que los cuide, que los salve, que se los lleve: Cada libro, cualquiera, es insustituible, cada uno tiene una palabra, una frase, una idea que espera por su lector.
Eso mismo pensamos nosotros. Este mes, el día 22 concretamente, hace cinco años que celebramos nuestra primera tertulia. ¡Felicidades a todos! Un montón de libros nos esperan, ¡qué suerte la nuestra! "
Gracias por tu crónica, mater fundatrix. Nuestra próxima cita será el jueves 24 de marzo, a las 20:00, en Fresas y chocolate. Ya sabéis (casi) todos que la obra que comentaremos será la novela de Lola López Mondéjar Mi amor desgraciado (Editorial Siruela). Y probablemente contaremos con la presencia de la propia autora, de modo que no faltéis.
1 comentario:
No se te ha pasado nada por alto de la tertulia, Josune. Estupenda reseña, como siempre.
Casualmente pocos días después de nuestra tertulia salió este entrevista a Leonardo Padura en EL PAÍS, que seguramente la mayoría de vosotros ya ha leído.
Aquí os dejo el enlace al artículo:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Cuba/merece/vivir/mejor/elpepucul/20110212elpepucul_5/Tes
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