de Gustave Flaubert.
Aquí estamos otra vez; ha costado volver a empezar, los elementos (en forma de Consellerias et alii) parecen confabularse en nuestra contra... pero resistimos, con tanta fuerza como siempre. La primera tertulia del curso se celebró hace ya unas semanas, pero por unas cosas y por otras la reseña no ha podido llegar hasta ahora. Y hela aquí, surgida de la fecunda pluma de nuestra Josune:
"Creo que en la elección de Madame Bovary pusimos bastante más entusiasmo que en su lectura. En la historia de nuestra tertulia, cada cierto tiempo a alguno de nosotros le entra una repentina nostalgia por los clásicos y propone un título de esos que podríamos calificar de imprescindibles o, al menos, de obligatorios. Y los demás secundamos la propuesta o callamos un tanto avergonzados. Los clásicos también existen y debemos leerlos.
Pues bien, leída está Madame Bovary, pero dudo mucho que en la votación con que concluimos cada temporada salga como el libro que más nos ha gustado. Menos mal que Valentín nos recordó los valores eróticos y la actitud casi feminista que nuestro Vargas Llosa halló en la novela de Flaubert y que desarrolló en su ensayo La orgía perpetua. Menos mal, repito, porque casi nos enzarzamos en justificar la irritación que Emma Bovary nos había producido con sus caprichos, sus cambios de humor y sus ñoñerías, y nos olvidamos de analizar al personaje en el contexto de su época, y de valorar la habilidad del autor para mostrarnos con tanta eficacia el alma de su protagonista.
Si es verdad que los clásicos no envejecen, no pierden su brillo, no decae su calidad, habremos de admitir entonces que es nuestra mirada la que cambia, nuestro tiempo el que altera el grado de docilidad con que los abordamos. Porque me parece que hay momentos en que no estamos para determinados clásicos por mucho que lo sean. Personalmente estoy contenta de haber leído Madame Bovary. Era la que me faltaba para completar la terna que constituye junto a La Regenta y Anna Karenina de grandes novelas decimonónicas sobre el adulterio femenino y ha sido, sin duda, la que menos me ha gustado de las tres.
La tertulia estuvo muy bien. Dijimos sin ningún reparo lo que pensamos, lo que nos despertó la lectura de esta gran novela. Porque eso, que es una gran novela, no lo cuestionamos en ningún momento. Pero, en general, no nos entusiasmó y confesamos que a ratos nos puso de los nervios. Con reconocimientos puntuales a la indiscutible maestría de Flaubert, esta opinión es la que dominó.
Y no pasa nada. Volveremos a los clásicos cada vez que nos apriete la nostalgia o cierto sentido del deber. Y volveremos con entusiasmo, como siempre, aunque algo me dice que no será pronto."
Pues bien, leída está Madame Bovary, pero dudo mucho que en la votación con que concluimos cada temporada salga como el libro que más nos ha gustado. Menos mal que Valentín nos recordó los valores eróticos y la actitud casi feminista que nuestro Vargas Llosa halló en la novela de Flaubert y que desarrolló en su ensayo La orgía perpetua. Menos mal, repito, porque casi nos enzarzamos en justificar la irritación que Emma Bovary nos había producido con sus caprichos, sus cambios de humor y sus ñoñerías, y nos olvidamos de analizar al personaje en el contexto de su época, y de valorar la habilidad del autor para mostrarnos con tanta eficacia el alma de su protagonista.
Si es verdad que los clásicos no envejecen, no pierden su brillo, no decae su calidad, habremos de admitir entonces que es nuestra mirada la que cambia, nuestro tiempo el que altera el grado de docilidad con que los abordamos. Porque me parece que hay momentos en que no estamos para determinados clásicos por mucho que lo sean. Personalmente estoy contenta de haber leído Madame Bovary. Era la que me faltaba para completar la terna que constituye junto a La Regenta y Anna Karenina de grandes novelas decimonónicas sobre el adulterio femenino y ha sido, sin duda, la que menos me ha gustado de las tres.
La tertulia estuvo muy bien. Dijimos sin ningún reparo lo que pensamos, lo que nos despertó la lectura de esta gran novela. Porque eso, que es una gran novela, no lo cuestionamos en ningún momento. Pero, en general, no nos entusiasmó y confesamos que a ratos nos puso de los nervios. Con reconocimientos puntuales a la indiscutible maestría de Flaubert, esta opinión es la que dominó.
Y no pasa nada. Volveremos a los clásicos cada vez que nos apriete la nostalgia o cierto sentido del deber. Y volveremos con entusiasmo, como siempre, aunque algo me dice que no será pronto."
La próxima tertulia (hacia finales de noviembre) versará sobre La reina de las nieves, de Carmen Martín Gaite (la anterior propuesta de Lo que esconde tu nombre se anuló por aclamación popular). El lugar y la fecha se anunciarán en breve en este blog, así que permaneced atentos (y si de paso hacéis algún comentario, mejor que mejor).
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