En los 80, época de hombreras y peinados imposibles, ya lo
veíamos por los pasillos de la Facultad de Letras con sus casi dos metros de
altura, sus pantalones de peto y su pelo a lo afro; lo mismo podía estar yendo
a una clase de Sintaxis latina, que saltándose una de Fonética griega para ir a
tomarse unas cañas al Ipanema, el bar de la esquina, refugio de la bohemia
estudiantil murciana. Se rumoreaba que Luis coqueteaba con las Musas, aunque ninguno
de nosotros (los "pequeños", del curso posterior al suyo) habíamos leído
nada suyo. Años después me enteré de que entre esos pasillos y los de una
academia a unos metros de la facultad se gestó la fantástica Academia Europa,
la novela en que se mezclan sus recuerdos y vivencias de estudiante/profesor
"milpesetista" con los fantasmas de la mitología.
Tuvieron que pasar casi veinte años para que nos reencontrásemos
(ya sin el peto y el peinado afro) y compartiéramos departamento, alumnos,
amigos, compañeros, tertulias, comidas de los viernes, alegrías y algún que
otro disgusto. Por esas fechas ya era un escritor consagrado, y tuvimos la
suerte de vivir con él el momento en que se le reconoció internacionalmente con
el premio Alfaguara por su novela Mira si yo te querré. Y a partir de ese
momento las Musas se lo fueron llevando cada vez más a su Parnaso y la
enseñanza perdió un gran profesor. Por fortuna lo seguimos contando entre nuestros
amigos, y de vez en cuando nos honra con su visita. Como en la última tertulia,
la que hicimos sobre su novela Cárceles imaginarias.
Aunque fue una reunión breve, por cuestiones de logística,
nos dio tiempo a escucharlo hablar de la gestación de la obra, de cómo conoció
la sorprendente historia del editor comunista Giangiacomo Feltrinelli, de cómo
se enamoró de Valparaíso en su rápida visita a la ciudad. Algunos ya le habíamos
oído contar estas increíbles anécdotas en la presentación de la novela en la
FNAC hace unos meses, pero volvimos a disfrutar al oírle explicar cómo surgió
el personaje de Ezequiel Deulofeu, porque Luis Leante, aparte de un gran
novelista, es un magnífico "juglar" -o más bien un aedo homérico-, un
contador de historias que hipnotiza al público con sus palabras, ya se trate de
una clase de 2º de la ESO o de una audiencia de eruditos académicos.
Además nos contó parte del complejo proceso de montaje de la
estructura interna de la novela (sus esquemas, bases de datos, recopilación de
información...), y nos impresionó una vez más su capacidad para planificar el
trabajo, su rigor y dedicación, y su interés por dejar que los personajes se
caractericen por sus propios actos más que por el discurso del narrador.
Por su parte, algunos participantes en la tertulia
destacaron la habilidad de Leante para retratar el mundo editorial y anarquista
de Barcelona, los escenarios sórdidos de Manila, así como el acierto de mezclar personajes
reales con ficticios. Otros echaron en
falta un mayor peso en la caracterización de los personajes, sus motivaciones,
sus ambiciones... Pero todos estuvimos de acuerdo en elogiar la técnica de transcribir
los diálogos engarzados en la narración, sin que en ningún momento el lector
pierda la referencia de quién es cada uno de los interlocutores.
En fin, que aunque breve, disfrutamos de una tertulia
intensa y emotiva en la que tuvimos el placer de contar con el autor, que nos
ayudó a ver con otros ojos su obra. Gracias por tu presencia y tus palabras,
Luis. Te deseamos mucho éxito con esta novela y con las muchas más que seguro aparecerán
próximamente.
El libro sobre el que versará la próxima tertulia es El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón.
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