Como viene siendo habitual, casi se junta la publicación de esta
reseña con la celebración de la siguiente tertulia. No vamos a poner excusas
para esta tardanza, porque es lo mismo de siempre: pereza, trabajo, fin de
curso, y mil cosas más. A eso hay que añadirle que el libro no levantó pasiones
y que, como ha sucedido en otras ocasiones, tuvo más interés lo que se dijo
sobre la obra que la novela en sí.
Lo que más gustó de El ruido de las cosas al caer
fue precisamente ese título tan acertado y tan poético. Aunque el estilo es
ágil (es una novela que se lee con facilidad), se echa de menos una estructura
consistente: el propio autor ha reconocido en alguna entrevista que no tenía un
plan previo antes de acometer la obra, sino que empezó a escribir a partir de
ver algunas noticias en la prensa y en la televisión. Y esto se nota: las dos
historias, la de Yammara y la de Laverde, no terminan de enlazarse de manera
convincente, no se profundiza demasiado en ninguna de las dos. Aunque el
principio está muy bien perfilado, esta sensación se malogra según van
avanzando los capítulos y el lector se queda con las ganas de encontrar una
conexión más profunda entre las dos tramas.
El personaje de Antonio Yammara es un falso protagonista; es
el narrador e hilo conductor de la novela, y podríamos decir que es también un
trasunto de la propia Colombia; es una excusa para contar una parte de la
historia reciente del país, el cambio que supone en su vida el disparo podría
considerarse como una metáfora de la transformación de Colombia a raíz de la
irrupción del narcotráfico y la violencia.
Este episodio es el desencadenante de la otra historia, la
de Ricardo Laverde, que aparece enlazada con la de Yammara a raíz de la
investigación que emprende para reconciliarse con el recuerdo de su amigo.
Es precisamente Laverde el que nos adentra más en el pasado
reciente del país; aunque seguimos echando en falta un desarrollo más en
profundidad de este personaje, nos sirve como excusa para conocer a
Elaine/Elena, quizás el personaje más logrado de la novela, el de mayor entidad
y consistencia. No se acaba uno de creer su inocencia y candidez, su ignorancia
sobre las oscuras tramas en las que participa su marido... pero la actualidad
nos hace ver que este caso no es tan extraño.
El tema de la droga y del narcotráfico es uno de los núcleos
de la novela; podemos ver con claridad la evolución de la actitud ante el
problema resumida en una frase de uno de los personajes: "Éramos no
inocentes, sino unos inocentes", que sintetiza lo que ha sido la droga
desde la época hippy hasta la actualidad; el autor no emite un juicio
sobre el problema del narcotráfico, se limita a exponer cómo se inició y cómo
ha ido evolucionando. Incluso se muestra a favor de la legalización de la droga
como solución a esta problemática; no se trata pues de una novela de denuncia,
aunque sí se apunta el tema -desaprovechado en parte- del falso altruismo de
los Estados Unidos, que irrumpen en Colombia como desinteresados ayudantes y
consejeros, pero nos dejan siempre la impresión de albergar una segunda
intención no tan humanitaria (algunos norteamericanos aparecen incluso
implicados en los comienzos del narcotráfico).
Otros temas aparecen esbozados y nos dejan con ganas de un
desarrollo más en profundidad: la violencia en la sociedad colombiana, el mundo
del billar, el tema de la muerte (que subyace en toda la novela pero no termina
de tratarse a fondo), etc.
Tampoco nos acaba de transmitir el sentir de una generación,
como parece que se pretende a lo largo de las páginas de la novela. Nos
quedamos con la sensación de que falta algo, que la idea de la obra es buena
pero no termina de conseguir su objetivo, sea cual sea.
En resumen, la novela no consiguió seducir a ninguno de los
participantes en la tertulia; eso sí, despertó el interés por unos temas que no
conocíamos en profundidad y nos dejó con la inquietud de seguir ahondando en
ellos.
La próxima novela sobre la que hablaremos será La fórmula
preferida del profesor, de la japonesa Yoko Ogawa (Editorial Funambulista).
Aún no está claro si nos reuniremos el 1 o el 4 de julio: cuando se haya
manifestado la mayoría de los participantes os informaremos.
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