Hace unas semanas que nos reunimos a cambiar impresiones
sobre El guardián invisible, de
Dolores Redondo. Cuando se propuso leer esta novela ya se nos advirtió de lo
que íbamos a encontrar en sus páginas: literatura de entretenimiento, lectura
fácil y una más que discutible calidad literaria. En estos puntos coincidimos
la mayoría: se trata de un best seller y
como tal hay que tomarlo; es indudable que este tipo de novela policíaca de
asesinos en serie vive una época dorada (baste recordar a los escandinavos
Stieg Larsson, Karin Fossum, Jussi Adler-Olsen o Asa Larsson entre otros),
reforzada además por el éxito del género en otros formatos tanto
cinematográficos (La isla mínima, por
ejemplo) como televisivos (True detective).
La principal crítica que se le hizo a la obra fue lo que
alguien calificó de desaliño estilístico: constantes repeticiones,
descripciones que parecen directamente extraídas de la wikipedia o de algún
manual de criminología, diálogos de
teleserie... incluso se apuntó cierta descoordinación cronológica en el
transcurso de la trama, circunstancias todas estas que podrían haberse
enmendado con una revisión más rigurosa y menos precipitada del texto.
Otra cuestión que suscitó un animado debate fue la inclusión
de elementos de la mitología vasca en el argumento; mientras que a unos les
pareció loable que rescatara personajes del folclore que aportaran un toque
mágico y misterioso a la novela, otros los consideraron un añadido innecesario
y artificial que no encajaba bien con el resto de la obra. Incluso quedan
aspectos sin aclarar en absoluto, hecho que parece deberse a la pertenencia a
una trilogía.
En efecto, según quienes han leído las otras dos partes de
la Trilogía del Baztán (Ofrenda a la tormenta y Legado en los huesos), algunos
elementos cobran sentido en las siguientes obras, y personajes que en El guardián invisible quedan solo
esbozados o dejan numerosas incógnitas abiertas adquieren mayor sentido y
consistencia en las novelas posteriores.
En conclusión, la obra nos pareció recomendable para quien
busque precisamente eso, literatura de entretenimiento sin más pretensiones. Se
trata de una novela idónea para todo el que se esté iniciando en el placer de
la lectura -en una tertulia donde predominan los docentes era inevitable que se
sugiriera su lectura a los alumnos- , pues, como bien se dijo, hay tantos
lectores como paladares: tan suculenta puede resultar la comida rápida en un
determinado momento como la alta cocina en otras ocasiones.
Para la próxima tertulia (con cena y clausura de curso) leeremos El gran cuaderno, de Agota Kristof (primera parte de la trilogía Claus y Lucas). Tenemos fecha prevista: el martes 16 de junio.
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