Las vacaciones tocan a su fin y
la reseña de nuestra última tertulia, postergada hasta el extremo, lucha por salir
a la luz. Ya hace más de un mes que nos reunimos para hablar de Middlesex, la estupenda novela de Jeffrey
Eugenides.
Todos estuvimos de acuerdo en la
profundidad y la delicadeza con las que trata un tema para nosotros tan
desconocido, el de la intersexualidad. La obra narra el drama personal de un
hermafrodita, que no es más que la excusa para el gran tema de la novela: la rareza, el monstruo, el sentimiento de
ser diferente. Esta rareza ya empieza en los orígenes de la familia, el incesto
inicial que se nos presenta como la única salida lógica y viable para los
personajes de Desdémona y Lefty. Todo esto nos lo cuenta un narrador al tiempo
autobiográfico y omnisciente, aparente contradicción, y va pasando de una a otra condición con naturalidad, de forma
simétrica a la doble naturaleza femenina y masculina del protagonista. El
narrador asume este juego, él lo sabe todo y al mismo tiempo es un yo
participativo.
El no delimitar las dos voces
supone un riesgo: como narrador omnisciente, incluso antes de su nacimiento
conoce los acontecimientos que le suceden a su familia (conocimiento
justificado a posteriori por la confesión de su abuela). Aunque durante gran
parte de la obra verá el mundo solamente desde su perspectiva, en la parte
final volverá a la omnisciencia.
El telón de fondo histórico es el auténtico protagonista de la primera
parte de la novela. de hecho, se podría hablar de dos novelas perfectamente
ensambladas: la que trata el tema de la intersexualidad y la que se centra en
los acontecimientos históricos. Todos los momentos clave de la obra tienen su
trasfondo histórico: la catástrofe de Esmirna, las revueltas de Detroit... El
autor documenta a la perfección cada época de las que se ocupa, y de forma
especialmente detallada la crisis que sucedió a la gran depresión del 29 (las
crisis suelen ser muy literarias, pues suceden cosas que en circunstancias
normales no ocurren).
En algunos momentos la novela se transforma
en una auténtica road movie, como en
el episodio de la huida de Cal con solo catorce años por Estados Unidos, con
sus aventuras, los personajes que se va encontrando, su viaje interior de
autoafirmación, de descubrimiento de quién es y de aceptación. Es en esta parte
cuando se tropieza con personas de su misma condición y vuelve a cobrar
protagonismo -si es que lo había perdido en algún momento- el tema de la
rareza: cuando uno se siente raro, diferente, el primer consuelo es saber que a
otros también les pasa lo mismo, que no se es el único en esa
"rareza", sea del tipo que sea.
Debatimos en la tertulia sobre el
tabú que sigue suponiendo el tema de la intersexualidad, más aún que la
transexualidad: el problema mayor viene dado cuando el intersexual quiere
quedarse con los dos sexos, o cuando -como en el caso de Cal- se educa a la
persona en el sexo en el que no se siente cómoda. El protagonista de la novela
se decanta finalmente por lo masculino, aunque sigue teniendo su vertiente
femenina por la educación como chica de la que ha sido objeto. Lo dramático es
que la sociedad obliga a decantarse por una de las dos opciones, no se puede
estar entre dos aguas. La solución del doctor Luce estaba acorde con la
sexología de la época: amputar para definir un solo sexo, aunque esto comporte
la privación total del placer sexual.
Otro tema de relevancia en la
obra y del que también no ocupamos es el mestizaje
cultural, los griegos, turcos y demás pueblos que llegan a Estados Unidos y
echan raíces, esa mezcla simbolizada por la casa, Middlesex, "un sitio
concebido para un nuevo tipo de ser humano que habitaría un mundo nuevo", una
casa sin divisiones tan taxativas y tan claras y con ese nombre tan
premonitorio.
También abordamos el tema de los referentes clásicos presentes a lo
largo de la novela, como el que resulta más evidente, el mito de Hermafrodito,
o el personaje de Tiresias (representado en la función del instituto por Cal),
adivino que transitó por ambos sexos a lo largo de su vida.
Como cada final de curso,
procedimos a la votación sobre cuál nos había parecido la mejor novela y qué
tertulia nos había resultado la más interesante. En la categoría de mejor
novela, ganaron ex aequo el primer puesto Patria, de Fernando Aramburu, y Middlesex.
Como tertulia, nos pareció la mejor la de La mujer de sombra, de Luisgé Martín.
Para la apertura del próximo
curso leeremos la última obra de Luis Leante, Annobón.
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